lunes, 16 de mayo de 2011

Causas de la crisis de deuda soberana /1

La crisis de deuda soberana es un episodio, por ahora localizado en Europa, dentro de la crisis financiera global desencadenada en 2008. El episodio consta de una serie de pánicos reiterados de los mercados de deuda, que dificultan extraordinariamente la financiación pública de las economías de la periferia de la zona euro. Los pánicos han forzado, hasta ahora, el rescate financiero de tres de esas economías (Grecia, Irlanda y Portugal) por parte de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. Países como España, Italia, Bélgica e incluso Francia – los dos últimos, ya no enclavados en la «periferia» sino más bien «centrales» – han sido objeto de atención más o menos permanente ante el riesgo, real o imaginario, de contagio.

Una matización importante es que sólo los países de la zona euro se ven inmersos en la crisis de deuda soberana. Otros países pueden sufrir problemas enteramente similares, y de hecho los han sufrido en el pasado y podrían sufrirlos en el futuro; pero no se habla de ellos como incidentes de esa crisis sino como casos aparte. Tal es el caso, por ejemplo, de las crisis financieras de Islandia y Hungría, en 2008, y Letonia en 2009, atendidas las tres por el FMI y la segunda y tercera también por la UE, a la que pertenecen ambos países. En este sentido, el primer incidente de la crisis de deuda soberana se considera la crisis de Grecia, destapada a comienzos de 2010. La razón para el diferente tratamiento que se da a los distintos casos no es otra que la íntima conexión de la crisis de deuda soberana con el euro y los problemas de su supervivencia.

A la hora de buscar causas a la crisis, se puede hablar de dos clases: causas aparentes y causas subyacentes. A las causas aparentes me he referido in extenso en este blog. Por resumir, es el giro que imprimió la UE, y de manera particular la zona euro, a su política económica en el otoño de 2009. Mientras el FMI mantenía la recomendación de prolongar los estímulos fiscales, toda vez que la recuperación iniciada el verano anterior parecía aún frágil, la UE viró hacia políticas de consolidación fiscal. Al mismo tiempo, el Banco Central Europeo, que había llevado a cabo una política acomodante, mediante la provisión ilimitada a los bancos de dinero a un año y al 1% de interés, anunció la terminación de esa financiación extraordinaria para retornar a las condiciones habituales: dinero a 7 días y a 3 meses. Los bancos, que habían tenido fácil (y muy barata) la adquisición de deuda pública a corto plazo, la tuvieron un poco más difícil; y los gobiernos, que habían financiado sus estímulos fiscales con deuda a corto tuvieron que empezar a emitir más deuda a largo y a buscar la financiación en los mercados. Los mercados, a su vez, que dormitaban desde septiembre de 2008 en un limbo de desprecio por parte de la opinión pública, que veía en ellos a los culpables de la crisis, se vieron de repente revitalizados y de nuevo plenos de vigor. Por una parte, empezaron a sospechar que quizá la UE y la zona euro habían cambiado de política demasiado pronto, lo que ponía en riesgo la recuperación, sobre todo, en los países más débiles. Por otra, empezaron a discriminar entre los países que venían a ellos a buscar financiación, cosa que no había hecho el BCE. De la confluencia de todo ello, surgió la crisis propiamente dicha.

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@purgatecon

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