miércoles, 11 de mayo de 2011

Que cada palo aguante su vela

Las declaraciones de la primera ministra eslovaca, Iveta Radicova, ayer mismo en la London School of Economics, afirmando que Eslovaquia apoya la reestructuración de la deuda soberana de Grecia, adquieren una singular importancia. Primero, por quien lo dice: la máxima autoridad de un país que es miembro de la Unión Monetaria Europea (por otro nombre, la «zona euro»), que rehusó participar en el rescate de Grecia en la primavera del año pasado, sigue negándose a participar en un segundo rescate, aunque sea de menor magnitud que el primero – aunque, ojo, las cifras crecen cada día: ayer se hablaba de 25.000 millones de euros, hoy ya de 60.000 millones – y que recomienda, en su lugar, que los bancos y otros inversores privados empiecen a cargar con su parte del coste de la crisis. Ésta es mi posición desde el principio. Aplicada la regla a España, significa que más vale que el gobierno retire su garantía sobre la deuda bancaria ahora, que esperar a que esa garantía tenga que hacerse efectiva, cause la bancarrota del Estado y luego haya que hacer pagar a los bancos su parte de la crisis, que será un resultado doblemente peor, por arruinar a la vez el crédito público y el de los bancos.

Las declaraciones de la señora Radicova son valientes e importantes, en segundo lugar, por el marco donde fueron hechas: la LSE, sancta sanctorum de la enseñanza de la economía en Europa, la sucursal educativa de la City londinense, ante un público de estudiantes y profesores, que ha servido de amplificador de las declaraciones mismas. Los bancos británicos no tienen una gran inversión en deuda griega, pero los alemanes y franceses sí; de modo que podría pensarse que no importa mucho a los primeros que la deuda griega se reestructure a costa de los bancos, porque los bancos – en este caso – no serán británicos. Pero los bancos británicos sí están «pillados», y bien «pillados», en la crisis irlandesa, en cambio. Las noticias que llegan de Irlanda no son tan preocupantes como las de Grecia, y los más optimistas pueden pensar que Irlanda ha salido de la crisis – como los más optimistas aquí piensan que España se ha «desacoplado» – pero, si los bancos británicos no han invertido en deuda griega sino en deuda irlandesa, los bancos irlandeses sí invirtieron en deuda griega, y como Irlanda se ha comprometido a respaldar a sus bancos, la reestructuración de la deuda soberana de Grecia traerá consigo nuevos problemas para los inversores británicos en deuda irlandesa. ¿Se dan cuenta de la conexión? ¡Ay, esta crisis va a acabar con todos nosotros, muy pronto!

Las declaraciones de la primera ministra eslovaca revelan, también, por qué tuvieron que reunirse, en secreto, los ministros de Finanzas de Alemania, Francia, Italia y España para prometer dinero fresco a Grecia a cambio de ajustes más duros: hay países pequeños que están diciendo “No, gracias”, y otros – como Finlandia – que antes decían que sí y ahora pueden decir también que no. Mírese por donde se mire, lo más sensato es afrontar cuanto antes un «desinflado» suave, ahora que todavía se está a tiempo, de la burbuja bancaria de todo el Continente. Va a resultar que es toda la banca europea, y no sólo la española, la que anda necesitada una estricta separación de las distintas líneas de negocio y la capitalización de cada una de ellas conforme a los riesgos inherentes a cada actividad, como vengo proponiendo para España. Y que cada palo aguante su vela.

Se me dirá que es muy duro lo que planteo. No es verdad. Duro es el ajuste que soportan desde hace tres años los asalariados, los pensionistas, los empleados públicos, los parados de larga duración, los pequeños empresarios y autónomos, obligados a cerrar; y se demuestra, por enésima vez, que todo ese inmenso sacrificio no es lo que los mercados necesitan para tranquilizarse. Por una vez, que el ajuste se haga extensivo a los bancos, reformando el sistema bancario para que se salve todo lo que se pueda salvar (y sobre todo los depósitos, para que la liquidez no colapse) pero dejando que las pérdidas sean privadas en vez de nacionalizarlas por sistema. Por una vez, hágase la reforma que se está necesitando, y no la que conviene a los poderosos en detrimento de toda la sociedad. Porque ésa es la reforma, créanme, que están exigiendo los mercados.

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@purgatecon

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