Previsiones de crecimiento del Banco de España
A fines de la semana pasada, el Banco de España (BdE) hizo pública su estimación de crecimiento para la economía española en el primer trimestre de 2011, junto a sus previsiones de lo mismo para el conjunto del año. Según el BdE, España creció el 0,2% en el primer trimestre de 2011, igual que había crecido en el último de 2010. Eso se traduce en un crecimiento interanual que ha pasado del 0,6 al 0,7%. El BdE prevé, además, que la economía española crecerá un 1,3% en el conjunto de 2011.
Es difícil saber de dónde saca el BdE su previsión de crecimiento para el conjunto del año. Para alcanzar una tasa interanual de crecimiento del 1,3% al final de 2011, haría falta que el crecimiento intertrimestral ascendiera ininterrumpidamente, o casi. Que registrara, por ejemplo, el 0,3% en el segundo trimestre, el 0,4% en el tercero y de nuevo el 0,4% en el cuarto; así se tendría un 1,3% al final de 2011. Pero las previsiones de casi todos los observadores – en realidad, todos menos el gobierno y el propio BdE – apuntan a un crecimiento bastante inferior, previsiones que coinciden con la percepción bastante general de que el segundo trimestre va a ser peor que el primero, del 0,1 ó el 0,0%, o incluso peor aún, a la vista de cómo se comporta la demanda interna.
El propio BdE reconoce que la única contribución positiva al crecimiento viene del sector exterior, a través de las exportaciones (dentro de las que se contabiliza el turismo de no residentes). En la demanda interna, ha habido un ligero repunte del consumo de las familias, que no puede contrarrestar la fuerte contribución negativa del gasto público – sometido a un severo proceso de recortes – y de la caída de la inversión residencial de las familias y de la inversión empresarial. De dónde espera el BdE que vendrá el factor acelerador del crecimiento, es un verdadero misterio. ¿Quizá es previsible que se invierta la tendencia a la contención del gasto público? Desde luego, no antes de 2013. Lo más probable es que el gobierno tenga que introducir nuevas medidas de ajuste. ¿Podría ser que se reanime la inversión residencial? No, mientras continúe el proceso de desapalancamiento de las familias, que dista de haberse completado. ¿Cabe pensar que se reanimará la inversión empresarial? Difícilmente, salvo excepciones sectoriales, como las del turismo y las industrias de exportación. Si acaso, lo que se puede esperar – y esperan muchos observadores – es que el repunte del consumo de los hogares, solitario en el conjunto de la demanda interior, vuelva a desfallecer ante el crecimiento del desempleo, el recorte de sueldos de los empleados públicos y la congelación de las pensiones.
Una ley de inferencia estadística afirma que, en caso de incertidumbre, la mejor predicción del valor que tomará en el futuro una variable es el último valor que tomó en el pasado. La predicción lógica es que el PIB tendrá crecimientos intertrimestrales del 0,2% en el segundo, tercero y cuarto trimestre de 2011, lo que totaliza el 0,8% en el conjunto del año, dos décimas mejor que el registro de 2010. Sólo en presencia de un factor positivo, capaz de arrancar a la economía española del crecimiento a paso de tortuga en que se ha instalado, se podría predecir un registro superior al 1%. ¿Es que acaso el BdE no hace mención de ningún factor de esa clase? Naturalmente que sí. El factor positivo, que habrá de sacar a la economía española del modelo de crecimiento a paso de tortuga en que parece haberse instalado, no es otro que la reforma bancaria, de la cual el propio BdE es principal protagonista. Un argumento lleno de sagacidad, que los mercados no dejarán de apreciar.
Etiquetas: macroeconomía
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