jueves, 2 de junio de 2011

La política de poder del siglo XXI

La verdadera política de poder del siglo XXI es económica y financiera, la que intenta practicar Alemania. Observen el contraste que se percibe en la guerra de Libia. Allí, nos hemos metido el Reino Unido, Francia, Italia y España, embistiendo cual mihuras para hundirnos hasta las cejas en una guerra por derrocar a Gadafi, que calificamos de «humanitaria», como si alguna guerra pudiera serlo. Es pura power politics, política de poder en la cuenca mediterránea. En cambio, Alemania ha rehusado meterse. ¿No les llama la atención? Semejante despliegue de poder, que tanto gusta al Reino Unido (vean si no: las Malvinas, la primera Guerra del Golfo, la guerra de Afganistán, la guerra de Irak y ahora la guerra de Libia: cinco guerras importantes en menos de treinta años) y a Francia, y a España (a la que gusta cualquier cosa en la que se pueda figurar aunque no alcance a entender las consecuencias), mucho menos a Italia, que se sumó tarde a la coalición, está sencillamente anticuado, en opinión de Alemania. Yo también soy de esa opinión. La política de poder del siglo XXI será económica y financiera, o no será de poder en absoluto. La guerra de Libia terminará siendo un despilfarro y algo muy próximo al ridículo. Incluso si terminara con éxito para los europeos – nosotros – no nos hará ganar un ápice del poder global que está en juego en el mundo de la economía y las finanzas. ¡Ah! Se me olvidaba que nuestro interés es puramente humanitario.

Y no es que yo esté por la política de poder. Hace dieciocho meses, en noviembre de 2009, cuando la Unión Europea viró de los estímulos fiscales a la consolidación fiscal, yo habría continuado monetizando el déficit público de los países de la UE, mediante su compra por el Banco Central Europeo; lo dije en cuantas ocasiones se me dio oportunidad de decirlo. Y hubiera preferido la monetización porque prefiero más empleo y más pensiones y más bienestar a cualquier parte alícuota del poder mundial. El poder mundial me trae al pairo. La gente es lo que me importa. Pero entonces Europa, y España durante el semestre de su presidencia, apostaron por un euro fuerte en lugar de uno débil, y utilizar esa fortaleza como principal recurso en la política de poder. Y el medio fue la consolidación fiscal. Es así de sencillo.

Pero la historia cuenta. Ahora, dieciocho meses después, no hay fácil vuelta atrás. Si yo dijera que todavía es factible monetizar el déficit, sin poner en mayor riesgo al euro, mentiría. No creo que nadie me hiciera ningún caso porque la cosa es demasiado evidente como para ignorarla. No se puede decir: «borrón y cuenta nueva». Se ha arriesgado ya mucho, se ha llegado demasiado lejos como para que un repentino giro de nuevo hacia los estímulos fiscales, con monetización incluida, dejara de percibirse por los mercados como un signo de debilidad; los días de la moneda común estarían contados y serían pocos. No es que enloquezca por la moneda común, a decir verdad. Hoy me considero más un euroescéptico que un eurocreyente. (¡Anatema, anatema!). Lo que más me preocupa es, como he dicho hace poco, de qué forma podríamos devolver una deuda en euros que aumentaría en términos de paridad adquisitiva en cuanto retornáramos a una peseta inevitablemente devaluada. Y tampoco llego al extremo de los «indignados», que estos días de atrás aplaudían a rabiar la decisión islandesa de no devolver la deuda que tenían contraída con el exterior a través de sus bancos. Negarse a hacer honor a los compromisos adquiridos me parece de una cara dura increíble en el país que en 2007 era considerado por la ONU como el más rico del mundo, precisamente porque llegó a disfrutar de ese privilegiado nivel de vida gracias al dinero que le prestaron los demás. Que la cosa no durara eternamente no es como para decir que lo correcto no es pagar por ello sino dejar que paguen otros. ¡Gorrones! Eso es lo que es Islandia: un país de gorrones.

[Nota: Este artículo forma parte de una serie titulada Crisis de deuda soberana. Si se perdió las entregas anteriores, sólo tiene que hacer clic abajo, en la etiqueta, para tener la serie entera en una misma pantalla; las entradas más antiguas se encuentran abajo.]

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