martes, 4 de mayo de 2010

Al caer la tarde

El día de hoy, uno de los más duros de la crisis para España, ha caído sobre nuestras cabezas, y parece que no nos hemos enterado del porqué. Según unos, todo se ha debido a rumores sin ningún fundamento. Parece que a primera hora se corrió la especie de que Fitch iba a rebajar la calificación de la deuda soberana española, siguiendo el movimiento iniciado por Standard & Poor’s la semana pasada, y que quizá Moody’s, la tercera agencia de rating, haría lo mismo después. Luego resulta que no: ambas han desmentido categóricamente el rumor. Pero ¿quién nos asegura que Fitch no había lanzado un globo sonda y, vista la reacción de los mercados, ha dado un paso atrás para evitar una catástrofe?

Según otros, el problema es que el gobierno se resiste a imponer la reforma laboral que exigen los mercados. Esta interpretación es más peregrina todavía. El mayor castigo en la jornada de hoy ha sido para Grecia, y el gobierno griego ha decidido llevar adelante una serie de reformas estructurales, entre las que la del mercado de trabajo es, acaso, la de menor calado.

Vengo sosteniendo que, en una situación como la actual, los mercados son presa de sentimientos de pánico y euforia que cabe calificar de histéricos. Pero una cosa es que los mercados se dejen arrastrar por la histeria y otra muy distinta que sean estúpidos. La principal preocupación de los mercados ha sido el temor a que Grecia no sea capaz de llevar a cabo el ajuste prometido. Mañana hay convocada una huelga general, para la que han logrado unirse, por primera vez, todos los sindicatos helenos. Si la huelga tiene el éxito que cabe esperar, es muy probable que el parlamento griego no se atreva a aprobar el plan de Papandreu. ¡Ah! ¿Que los griegos tienen que estar muertos de miedo? Pues los mercados parecen creer que puede que no lo estén.

Y España ¿por qué ha recibido el castigo que le han propinado los mercados? Está ese otro rumor, el de que España va a acudir al Fondo Monetario Internacional para un rescate “cienmilmillonario” que dejaría chico al de Grecia. ¿Absurdo, verdad? Pues lamento decir que el gobierno ha dado pie a ese rumor. Cuando el viernes pasado el consejo de ministros se reunió a bombo y platillo para reducir gastos de la administración pública, y lo único que pudo mostrar fue la supresión de una treintena de direcciones generales, con el irrisorio ahorro de 16 millones de euros, cuando el compromiso es llegar a los 50.000 millones, muchos pudieron interpretar que el gobierno había cosechado tal fracaso que la solución no podía ser otra.

El gobierno debería empezar a estar mejor asesorado que por un gobernador del Banco de España que no tiene otra obsesión que debilitar a los sindicatos.

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@purgatecon

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