jueves, 6 de mayo de 2010

Un augurio de la peor especie

Ayer la cuarta huelga general en Grecia se cobró tres muertes. El primer ministro griego, Papandreu, condenando sin paliativos el hecho, lo caracterizó como asesinato. Lo fue. Eran tres personas que estaban trabajando, con otras cincuenta o sesenta, en una oficina bancaria – aparentemente, unas dependencias centrales de la entidad atacada – y, por tanto, técnicamente unos esquiroles. Los manifestantes, que estaban bien informados, fueron a por ellos con cócteles Molotov. Seguramente, no querían matarlos pero no les importó correr el riesgo de que ese fuera el resultado.

Para la policía es fundamental realizar una investigación rápida y eficiente, y ponerlos a disposición de la justicia para su castigo ejemplar. No sólo para que hechos así no vuelvan a repetirse, sino por los símbolos que están en juego. Si se consigue poner nombre y apellidos a los culpables, quedará como la acción puntual de unos provocadores. Si el crimen queda impune, habrá sido obra de la multitud, o más aún, de la huelga misma. Se habrá establecido un precedente, y la huelga podrá volver a matar en el futuro, con creciente confianza en su legitimidad para imponer una “justicia” paralela.

Así de duras se están poniendo las cosas en Grecia.

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@purgatecon

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