Las cuentas de la reforma de pensiones
Alargar de quince a veinte o incluso veinticinco años el periodo de cómputo para el cálculo de la base de cotización presupone hacer media con años en los que, presumiblemente, el beneficiario cotizó menos; el resultado será una reducción general de las bases de cotización y, excepto en los casos en que éstas excedan del máximo de percepción, las prestaciones disminuirán. Eso ahorrará gastos a la caja de las pensiones. Por otra parte, el retraso en la edad de jubilación reducirá el tiempo de percepción de las pensiones, lo que también reducirá el gasto de la caja de pensiones. Se nos dice que todo ello tiene como finalidad hacer frente a una previsible y comparable reducción de los ingresos por el gradual envejecimiento de la población. Pero la igualación crítica de ingresos y gastos no se producirá hasta dentro de veinte años. Mientras tanto, la proyectada reforma hará que los ingresos excedan considerablemente de los gastos, sobre todo, en el futuro más inmediato. Esta circunstancia permitirá al gobierno rebajar de inmediato las cotizaciones sociales que pagan las empresas, quizá hasta en los cinco puntos que reclamaba la CEOE en el momento de romperse el diálogo social a mediados de 2009.
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