miércoles, 19 de enero de 2011

Cómo hay que leer las declaraciones

Oigo a Elena Salgado – todos la hemos podido oír – diciendo que no escucha más que elogios sobre lo bien que lo está haciendo España en materia de corrección del déficit. Cita concretamente a Jean Claude Juncker, político luxemburgués del partido democristiano, que ahora oficia de presidente del Eurogrupo. Le escucho y, en efecto, se deshace en aplausos.

Pero los halagos que no oigo son los de Angela Merkel. Y cuando la oigo a ella, es para mandar un mensaje bien diferente. Ayer, por ejemplo, se reunió el Eurogrupo para discutir la ampliación del mecanismo de rescate comunitario. Todo el mundo sabe que, si se amplía, no es porque Grecia e Irlanda – países ya rescatados – hayan agotado el Fondo; tampoco porque se corra el riesgo de que lo agote Portugal, país que está el primero de la lista en utilizarlo. No, si hay que ampliarlo es por si acaso España llega a estar en esa situación. Y si la Comisión Europea quiere que se amplíe y el Eurogrupo discute si hacerlo es porque España lo está haciendo requetebién, pero haber riesgo de que lo necesite, haylo.

Pero la verdadera prueba del nueve es la posición de Alemania. Alemania ha dicho con claridad que quiere mayor disciplina fiscal, si se le pide más dinero. Y está claro que no lo dice por Grecia e Irlanda, porque eso es toro pasado; ni siquiera lo dice por Portugal. Está claro que lo dice por España. Ah, pues ¿y no lo estábamos haciendo rematadamente bien? No cabe duda de que Alemania no se fía de España; a otros podremos dársela con queso, que a ella no. De alguna manera, Alemania empieza a sospechar que lo “rematadamente bien” que lo estamos haciendo en la reducción del déficit, se parece cada vez a lo “rematadamente bien” que lo hizo Grecia para incorporarse al euro, y después para mantenerse en él. Hasta que se descubrió que todo era un fraude contable.

¿Tienen base las sospechas alemanas? Pseé… y qué sé yo. Pero lo que es evidente es que la actividad financiera de las Comunidades Autónomas es terreno abonado para una contabilidad, digamos, creativa. Hace años tuve oportunidad de contrastar las reglas de contabilización de las CC.AA. y cada una seguía las que le daba la gana. La Dirección General de Política Económica, entonces, tenía que conformarse con lo que las propias CC.AA. querían darle. O mucho han cambiado las cosas, o las posibilidades de que se esté obteniendo una imagen distorsionada del déficit consolidado son bastante grandes. Luego, o sea antes, la semana pasada, oímos decir al presidente que no le temblará la mano a la hora de meter en cintura a las Autonomías, y todo cuadra.

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@purgatecon

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