La Unión Europea y Grecia
Leo en algún periódico una crítica al socialista Papandreu, el primer ministro griego, por haber hecho hace algunos meses promesas electorales sin conocer a fondo el estado de las finanzas de su país. A quien hace tal crítica no se le ha de ocultar que mal podía el hombre conocer el verdadero estado de esas finanzas, teniendo en cuenta que su antecesor en el cargo, el conservador Karamanlis, había desfigurado las cuentas hasta hacerlas irreconocibles y ocultar, así, la auténtica dimensión del déficit público.
Lo que está haciendo la Unión Europea con Grecia no tiene nombre. El ensañamiento de que están haciendo gala sus miembros no se explica ni por el miedo al contagio ni por un verdadero deseo de resolver los problemas del socio en dificultades. Es, más bien, un efecto demostración en negativo. Se trata de evidenciar, por vía del castigo que se inflinge a Grecia, que los demás estamos bien lejos de vernos en esa situación; cuando lo cierto es que más de uno está más cerca que lejos. Y también hay una especie de carta a los Reyes Magos. Todas las medidas que se exige a Grecia (y conste que todavía no se le ofrece nada concreto a cambio), incluyendo la reducción del déficit en 4 puntos porcentuales del PIB en un solo año, con indicación expresa dentro de un mes del plan concreto para lograrlo, más la reforma laboral y de las pensiones (podemos imaginar en qué sentido, sin necesidad de más datos), son medidas que los ministros del ECOFIN reunidos en Bruselas ayer desearían de buen grado ver hechas realidad en sus propios países. Sienten miedo de plantearlas frontalmente, y confían en que el escarmiento que se está haciendo con Grecia “ablande” en todas partes a la sociedad civil y los sindicatos.
Los mercados trajeron esta crisis y, ¡qué poco hemos aprendido!, los mercados dictan la forma de hundirnos cada vez más en ella.
Etiquetas: Grecia, macroeconomía, Unión Europea
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