viernes, 3 de diciembre de 2010

Monetización

Ayer, el Banco Central Europeo defraudó las expectativas de quienes confiaban en que iniciara un programa sostenido de compras de deuda soberana de los países bajo el ataque de los mercados. Su presidente, Trichet, declaró que el BCE está haciendo lo que tiene que hacer, y que corresponde a los gobiernos en cuestión el reforzar sus políticas de consolidación fiscal para tranquilizar a los mercados. Bajo cuerda, sin embargo, el BCE ha estado realizando compras masivas y tranquilizando a los mercados.

No le falta razón al buen señor. La compra de deuda soberana a vencimiento es, bien una operación de ajuste, bien una operación estructural. El BCE no da cuenta de las operaciones de ajuste, de las que ha realizado muchas – la primera, a los pocos días de los atentados del 11-S – sin que el público se enterara. Lo que el clamor de voces de esta semana pedía es que se convirtieran en operaciones estructurales, es decir, no puntuales como las de ajuste, sino continuadas a lo largo de un periodo relativamente largo de tiempo; y a ser posible, regulares, o sea, con un calendario. Aunque el Tratado no impide esto, tampoco lo prescribe. Y la dirección del BCE ha estimado que sigue siendo prioritario el objetivo de mantener la inflación por debajo del 2 por ciento anual de promedio en la eurozona, objetivo que podría peligrar con las compras masivas.

Lo que los nuevos partidarios de la monetización quieren requeriría algo que fue planteado por economistas norteamericanos al comienzo de la crisis, y con cierta extrañeza de que los europeos ni siquiera lo hayamos pensado. A saber, la reforma del Tratado en la parte que toca a las funciones del BCE, para añadir un título completo prescribiendo el comportamiento que debería seguir el Banco en situaciones donde el desempleo, y no la inflación, sea el mal mayor.

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@purgatecon

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