miércoles, 23 de marzo de 2011

Los mercados se enfrían

Si ayer había que constatar el optimismo de los mercados ante las no tan malas noticias de Japón y el comienzo de la intervención militar de Occidente en Libia, hoy hay que notar que el entusiasmo ha sido de corto recorrido. Los reactores nucleares parecen estar bajo control: la energía eléctrica está llegando a todos ellos y eso hará funcionar de nuevo los sistemas de refrigeración; pero la contaminación radiactiva parece haber alcanzado cotas excesivas. Muchos alimentos están contaminados y hemos sabido que las aguas marinas en las proximidades de Fukushima registran niveles ciento veintitantas veces superior a lo normal. El comentario oficial afirma que la contaminación del mar no es peligrosa para los humanos, pero ¿y para los peces? Y si luego se los pesca y se los lleva a la mesa, ¿qué? La cuenta de costes sigue subiendo.

No más claro es el desarrollo de los asuntos en Libia. Los aliados ni siquiera se ponen de acuerdo en un mando común. Muy peligroso. Los bombardeos aéreos sobrepasan con mucho el concepto de exclusión aérea. Se ha intentado matar a Gadafi. Es inadmisible. Como mucho, a Gadafi habría que llevarle ante la Corte Penal Internacional de La Haya, donde está imputado; como mucho. Está quedando claro, sin embargo, que los aliados participan en una guerra sin objetivos claros. La protección de civiles nunca es el objetivo de una guerra. Derrotar al enemigo, o al menos llegar a un acuerdo con él, sí lo es. La escalada es inevitable. Tarde o temprano, los aliados tendrán que tratar de ganar esta guerra, y para eso es insuficiente el poder aéreo. Se necesitará una invasión y operaciones terrestres. Esta perspectiva ya gusta mucho menos a los mercados. Una crisis larga aumenta los riesgos de desestabilización de Arabia Saudita, que es el peor escenario para los intereses económicos del capitalismo global.

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@purgatecon

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