miércoles, 12 de mayo de 2010

Teoría de la reforma laboral

El problema de partida es éste:

El sistema español de relaciones laborales funciona mal porque los actores sociales, patronal y sindicatos, son débiles. La afiliación sindical, por ejemplo, no supera el 15 por ciento. Su representatividad institucional es mayor, gracias a las elecciones sindicales, pero la identificación de los asalariados con los sindicatos es escasa o inexistente. Los convenios colectivos que negocian esos sindicatos escasamente representativos tienen, sin embargo, validez universal. El sistema funciona en condiciones de mínimo esfuerzo.

Un problema añadido es que todas las propuestas avanzadas hasta la fecha, incluyendo de forma muy especial a la propuesta de los Cien economistas, tratan de debilitar aún más a los actores sociales. Una reforma así no hará más aumentar el nivel de entropía del sistema y empeorar su funcionamiento. Si se quiere que la reforma funcione, hay que conseguir que los sindicatos participen, o mejor aún, que la hagan suya y se conviertan en sus principales impulsores.

Es lo que ocurrió con los Pactos de la Moncloa, a los que ahora muchos vuelven los ojos con cierta nostalgia. Los sindicatos crecieron considerablemente en afiliación gracias que a asumieron esos Pactos, negociados en el parlamento, y los aplicaron en las empresas. El problema es que su fuerza creció tanto que les permitió convocar y llevar a cabo con éxito la huelga del 14 de diciembre de 1988. Desde entonces, todo ha contribuido a debilitarlos y a convertirlos en dóciles instrumentos del sistema que ahora se reconoce ineficiente.

Las opciones están claras. ¿Habrá coraje para afrontarlas?

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@purgatecon

2 comentarios:

A las 12 de mayo de 2010, 15:50 , Blogger eusebio ha dicho...

Y la gente que se afilia lo hace por los cursos. Los ciudadanos no se sienten defendidos por los sindicatos, como no se sienten representados por los partidos políticos

 
A las 13 de mayo de 2010, 20:27 , Blogger Enrique Viaña Remis ha dicho...

Estoy de acuerdo. Mi pregunta es si conviene a la sociedad carecer de sindicatos, o contar con sindicatos tan débiles y poco estimados por el trabajador, como los que tenemos en este momento, y qué se puede hacer para remediarlo.

 

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