sábado, 5 de febrero de 2011

El Plan de Competitividad que se nos viene encima

No teníamos bastante con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que ha prolongado innecesariamente la presente crisis en Europa, y ya se nos anuncia la negociación y puesta en marcha de un Plan de Competitividad a escala europea. Las cábalas se han disparado y el menor gesto de Angela Merkel es analizado para atisbar de qué puede ir la cosa. Las sugerencias de la cancillera sobre el mercado de trabajo – en concreto, desvincular los salarios de la inflación y ligarlos, en su lugar, a la productividad – encienden luces de alarma en el cuadro de mandos de los agentes sociales. La propuesta de limitar por imperativo constitucional el déficit público ya era conocida.

Hace años, en una celebración de una universidad del este europeo a la que fui invitado, conocí al entonces rector de la universidad alemana de Wuppertal, que resultó ser profesor de ciencia política. Le pregunté su opinión sobre Merkel. Recuerdo bien lo que me respondió: “Es muy hábil en el juego del poder”. Ahora lo está demostrando. Merkel sabe mejor que nadie, entre otras cosas porque así es también en su país, que la fijación de los salarios debe dejarse a la autonomía de las partes negociadoras, patronal y sindicatos. Como sabe, igualmente, que modificar la constitución en ciertos países puede resultar costosísimo; en alguno, como el Reino Unido, es imposible porque carece de constitución escrita. Todo esto parece un juego de pantallas destinado a tapar su verdadero propósito. ¿Y cuál puede ser éste?

Algo que prácticamente ya ha conseguido. La fortaleza del euro, que ahora se trataría de asumir colectivamente como un principio doctrinal de la gobernanza económica de Europa. Ya lo ha conseguido en la práctica, ya que ésa es la política de Banco Central Europeo desde el otoño de 2009; para algo tiene el BCE su sede en Francfort. Y ya lo ha conseguido en gran medida también en el plano de los principios a juzgar por las declaraciones, ampulosas y grandilocuentes, como todas las suyas, de nuestro presidente, para quién un euro fuerte es un reflejo de nuestra propia fortaleza como sociedad. Bien se ve que no sabe una palabra de economía.

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@purgatecon

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