lunes, 11 de abril de 2011

Nuevas previsiones macroeconómicas del gobierno

La tarde en que el gobierno portugués decidía acogerse al rescate financiero de la Unión Europea, el español presentaba una corrección de las previsiones macroeconómicas contenidas en los Presupuestos Generales del Estado para 2011. Pese al triunfalismo habitual, ahora también notorio, cabe atisbar entre líneas aspectos preocupantes. Sorprende que hayan pasado desapercibidos. ¿Quizá no interesa reparar en ellos, ahora que toca ponderar lo bien que ha hecho el gobierno sus deberes, para tranquilizar a los mercados?

En el fundamental, se mantiene la previsión de crecimiento para 2011 (1,3%), aunque se reduce en dos décimas porcentuales para 2012 y en tres décimas para 2013. El cambio es consecuencia de peores expectativas de crecimiento del consumo y mejores de las exportaciones, que dejarán el resultado neto inalterado este año pero lo corrigen a la baja el año que viene y sucesivos. Lo comido por lo servido, ahora; después, Dios proveerá.

Aparte de la brecha en crecimiento que abren para 2012 y 2013, las nuevas previsiones plantean una seria incertidumbre en déficit público. Se prevé un menor crecimiento del consumo, equivalente a un 0,4% del PIB, conjuntamente con un mayor crecimiento del saldo exterior (exportaciones menos importaciones) por el mismo porcentaje: así, el efecto de una cosa se compensa con el de la otra, y el gobierno puede mantener por los pelos sus previsiones de crecimiento agregado en lo que le toca. Pero ¿qué pasa con el IVA? El IVA es un impuesto «finalista», que paga el consumidor final. Si el consumo se reduce, significa que el IVA recaudado en España se reduce en la proporción correspondiente; si el crecimiento se resuelve en mayores exportaciones, serán los países de destino de las mismas los que recauden el impuesto finalista de ese gasto. La pérdida de ingresos tributarios por ese concepto podría ascender a 750 millones de euros en 2011, 1.500 millones en 2012 y otros 1.500 millones en 2013. Lo cual supone un mayor déficit público de 0,075% y 0,15% y 0,15% del PIB, respectivamente. Los porcentajes parecen tan bajos que el gobierno no ha considerado necesario mencionar el dato. Pero lo cierto es que, a día de hoy, el gobierno no está en el 3% de déficit público para 2013, como reitera machaconamente, sino en un 3,3 ó 3,4%.

Ahora bien, si juntamos las dos expectativas introducidas por estas nuevas previsiones, resultará que, con un crecimiento económico menor que el necesario en 2012 y 2013, y todo lo demás manteniéndose en lo esperado, el déficit público será todavía superior por reducción de ingresos tributarios en renta y sociedades, adicionales al IVA, y mayores gastos en desempleo, con lo que la economía española se alejará, ya irremediablemente, del objetivo propuesto para 2013. El gobierno parece plenamente consciente de que España incumplirá su compromiso de retornar en 2013 al 3% de déficit público sobre el PIB, pero confía en que se apartará sólo imperceptiblemente de su senda en 2011 por más que de forma bastante clara en 2012 o en el propio 2013, cuando no haya tiempo para reaccionar. Una situación como ésta, unida al rechazo parlamentario del duro plan de ajuste propuesto por el gobierno, forzó la petición portuguesa de rescate. En otras palabras, las nuevas previsiones plantean la práctica inevitabilidad del rescate financiero de España, bien en 2012, bien en 2013. Al parecer, el gobierno mantiene un tono excepcionalmente bajo en esta parte de las previsiones porque confía en llegar a trancas y barrancas a las elecciones generales de 2012. Después, le tocará al PP gobernar.

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@purgatecon

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