martes, 29 de marzo de 2011

Mi argumento pro vida

El ser humano es el que es, y no es tan eficaz inducirle a actuar de una manera determinada por medio de prohibiciones y castigos para los transgresores que ofreciéndole adecuados incentivos económicos. Creo que esto es válido para la prostitución y las drogas, y también lo es para el aborto.

Empezaré diciendo que el aborto es un derecho fundamental implícitamente protegido por la Constitución, desde el momento que ésta prohíbe los trabajos forzados y la obligación legal de llevar hasta el final un embarazo no deseado no es más que una forma evidente de imponer a la mujer trabajos forzados. Incluso si esta doctrina se rechaza, el análisis económico concluye que la prohibición de abortar no hará más que desviar la producción de ese servicio a algún país extranjero que sea más permisivo (¿se acuerdan del peregrinaje de las españolas a Londres en los años setenta?) o a negocios carentes de las mínimas condiciones de salubridad. La mujer que crea que no debe abortar, no abortará con legislación permisiva o sin ella. Pero la que se crea con derecho de hacerlo adquirirá ese servicio, bien en el extranjero (lo que lo encarece), bien en negocios clandestinos que no dejarán de proliferar. Si se está pensando en la vida del nasciturus, la prohibición no la garantiza en absoluto.

Los incentivos económicos son una mejor solución. Ofrézcase a la mujer embarazada, que no desea convertirse en madre, un salario por cuenta del Estado a cambio del compromiso firme de entregar a su hijo en adopción. Si el salario es lo suficientemente elevado, las mujeres más necesitadas – que son las que pondrían su vida en manos de carniceros indignos – no dejarán de aceptar el contrato. El Estado podrá resarcirse cobrando el importe de lo pagado, más gastos, a la familia de adopción, con vistas a que el arreglo funcione a coste cero para el contribuyente.

Algunos dirán que propongo una modalidad de tráfico de personas. Estoy con el ordenamiento jurídico en no considerar la existencia de “persona” alguna antes del nacimiento, y el convenio del Estado con la mujer embarazada se firmaría antes del nacimiento. En todo caso, es un debate que no me interesa. Sigan otros dando rienda suelta a sus propensiones liberticidas, pretendiendo organizar – con ayuda de policía, tribunales y centros penitenciarios – la vida de los demás para mayor tranquilidad de sus propias conciencias, y dejando que los abortos se practiquen en el extranjero o en condiciones infames. Si, con el procedimiento que propongo, se preserva una sola vida que de otra forma no se preservaría, la propuesta quedará justificada.

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@purgatecon

2 comentarios:

A las 14 de junio de 2011, 18:24 , Blogger Kinbote ha dicho...

Se me ocurren un par de inconvenientes:
1º Sólo podrían adoptar los ricos, si hay que resarcir al Estado para que eso funcione "a coste cero".
2º ¿Cuántas mujeres se quedarían embarazadas para obtener el deseado "salario por cuenta del Estado?"
Un abrazo.

 
A las 14 de junio de 2011, 23:55 , Blogger Enrique Viaña Remis ha dicho...

Dos cuestiones interesantes.

En cuanto a lo primero, creo que es una consecuencia deseable que sobre todo adopten los ricos. Si pudiéramos elegir padres adoptivos para los huérfanos, preferiríamos que fueran ricos, ¿no? Pues lo mismo con respecto a los hijos no deseados.

¿Podemos pensar que habría embarazos no deseados, estimulados por esta clase de política? No parece mal, desde el momento en que creo conveniente frenar la caída en la tasa de fecundidad, que en España es una de las más bajas del mundo.

 

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