La agonía de Portugal
Ayer, el Tesoro portugués logró colocar 1.645 millones de euros en letras con vencimiento en junio de 2012 a un interés significativamente menor que el esperado por los analistas; si éstos pronosticaban alrededor del 6,4% anual, el subastado ayer es del 5,8%. Esto supone un respiro, toda vez que Portugal se encuentra inmersa en una carrera contra reloj para devolver unos 9.000 millones de euros entre el 15 de abril y el 15 de junio, en dos pagos casi iguales repartidos entre ambas fechas. Los analistas creen que Portugal ha ido acumulando tesorería para el primer pago pero carece de suficiente para el segundo. Lo obtenido ayer reduce un tanto la incertidumbre.
Aunque la situación se aclare a corto plazo, empeora a ojos vistas a medio y largo plazo. Portugal no está haciendo otra cosa que comprar tiempo. Por el plazo de amortización de la deuda emitida ayer, los problemas de hoy se reproducirán por estas fechas el año que viene. Es más, el Tesoro portugués tiene que emitir letras a corto plazo porque el interés de los bonos a largo ha alcanzado cotas prohibitivas – superiores al 8% – a lo largo de esta semana. El comportamiento del mercado significa, no que los operadores dudan de si Portugal tendrá que ser rescatada muy pronto (eso nadie lo duda), sino si, además de ser rescatada, tendrá que reestructurar su deuda dejando de pagar una parte de ella. En esto los operadores parecen creer que la reestructuración, es decir, el fallido de Portugal se producirá en algún momento entre 2013 y 2021, pese al rescate. Es ésta convicción la que ha llevado al primer ministro José Sócrates ha evitar a toda costa el rescate: éste no evita el fallido, sino que, por el contrario, hace subir rápidamente los tipos de interés que se paga por la deuda, ya que el mercado ve en él únicamente un paso previo al fallido. Y así el fallido se convierte en una profecía autocumplida. Está empezando a demostrarse que el mecanismo comunitario puesto en marcha en mayo de 2010, sencillamente, no funciona.
El panorama es desalentador. Anteayer, Portugal reconoció que su déficit público en 2010, en vez de ser el 7,3% del PIB, a que se había comprometido el gobierno, ha resultado ser el 8,6%. Posiblemente, ése es el dato que manejaron la presidenta de Brasil y su ministro de Finanzas para descartar la compra masiva de deuda portuguesa, que habían estado estudiando. Si la dimisión de Sócrates la semana pasada era innecesaria, como le reprochan las agencias de rating, dada la magnitud de los problemas del país, prácticamente habría sido obligada ahora. En mi opinión, Sócrates ha calculado muy bien los tiempos. Adelantó la dimisión para hacer que las elecciones fueran antes del segundo plazo de devolución de la deuda, como efectivamente ha ocurrido: el 5 de junio, antes del 15 de junio. Así, deja la patata caliente de pedir el rescate (a lo que él ha tenido la picardía de oponerse desde ya) a su sucesor. El propio presidente, Aníbal Cavaco Silva, ha opinado que el gobierno en funciones podría pedir el rescate, si fuera necesario. Pero el ministro de Finanzas ha respondido que no, que no la tiene. En todo caso, Sócrates sabe que puede hacer el pago del 15 de abril – y más, con ayuda de lo conseguido ayer – y dejar las arcas vacías o medio vacías a su sucesor, que no tendrá más remedio que ponerse en manos de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional.
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