No hay bien que por mal no venga
Eta acaba de anunciar un alto el fuego unilateral, incondicional e indefinido. Las fuerzas políticas lo valoran con escepticismo. Escucho al ministro Rubalcaba en TV, muy correcto: Eta, debilitada por los golpes policiales, ofrece el alto el fuego para reorganizarse; lo que hay que decirle a Eta es que deje de una vez por todas de matar, y a Batasuna, si no convence a Eta de que deje las armas para siempre, que rompa con Eta. Muy correcto, ya digo. Pero la economía tiene algo que decir en todo esto.
El purgatorio económico es un castigo divino para todos los bolsillos, incluyendo los de los terroristas. Siempre ha sido la extorsión a los empresarios vascos – el llamado impuesto revolucionario – una fuente primordial de ingresos para la banda; pero en los últimos años, con el descenso de su capacidad operativa para perpetrar atracos, aún más. Si la crisis vacía el bolsillo de los extorsionados, llegará menos dinero a los extorsionadores; incluso aunque el bolsillo permanezca incólume, ¿cómo sabrá el extorsionador que las protestas del extorsionado, de no poder pagar con los tiempos que corren, son ciertas o no? Desconozco, naturalmente, las cuentas de Eta, pero diría sin temor a equivocarme que sus finanzas andan más que apuradas desde hace un par de años.
Probablemente, esta situación influye decisivamente en el mayor acoso policial a que se está viendo sometida. Para escapar a la persecución mancomunada de las policías de dos estados – ahora tres, con Portugal – hace falta dinero, para alquilar pisos, comprar coches (cuando todos son robados, la policía lo tiene más fácil), pagar billetes de avión, alojarse en hoteles si hace falta, adquirir documentación falsa, y un largo etcétera. No hablo ya de la compra de armas y explosivos; me refiero, exclusivamente, a la tarea de burlar el cerco policial. Si el dogal se aprieta cuando falta dinero, las caídas se producen en masa, como estamos viendo.
Según esto, el alto el fuego es una medida con apariencia de desesperada. Eta abandona temporalmente las armas, sin plazos y sin condiciones, porque no puede más, ahogada por la falta de recursos. No da su brazo a torcer. Sencillamente, para todo, congela sus actividades – lo que le ayudará a esquivar los golpes policiales –, mantiene intactas sus estructuras y espera la llegada de tiempos mejores. Y le arroja un hueso a la izquierda abertxale, que estaba esperando un gesto de ella que ofrecer al estado para, una vez suavizada la Ley de Partidos, poder participar en las próximas elecciones municipales. Partiendo de la base de que el estado considera y considerará insuficiente el gesto, para cuando la izquierda abertxale se haya hundido en la frustración, la primavera que viene, Eta (que, hipotéticamente, habrá despistado a los sabuesos) volvería a levantar cabeza.
Me parece que Eta le hace demasiado caso a las previsiones económicas del gobierno. La primavera que viene, la economía estará poco más o menos como ahora, si no peor. La izquierda abertxale se hundirá en la frustración, pero Eta no podrá salir aún de su letargo. Ese mundo se descompondrá políticamente, poco a poco, y se repartirá entre Aralar, Eusko Alkartasuna y Ezker Batua; después de todo, habiendo estas opciones, ¿qué papel le puede corresponder aún a una Batasuna que haya roto con Eta? Batasuna existe como la opción política de Eta. Como otra cosa, no tiene ningún sentido. Pero si Batasuna se descompone, ¿sobre qué base social podrá volver a recomponerse el terrorismo etarra?
Saco dos conclusiones. La primera, que este alto el fuego, que ha empezado de manera tan poco espectacular, puede ser definitivo. La segunda que, mírese por donde, lo que no han podido lograr ni las fuerzas de seguridad ni las urnas, puede estar a punto de lograrlo la economía: el fin de Eta. Bueno, tampoco es eso. Las urnas, la policía, los tribunales y la colaboración ciudadana han puesto los medios, pero la economía ha puesto las condiciones más propicias que ha habido en treinta años.
Etiquetas: crisis, política nacional
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