miércoles, 10 de noviembre de 2010

Y el mercado hipotecario...

… ¿no lo reformamos?

Sorprenden las ganas que tienen algunos de reformar el mercado laboral o el sistema de pensiones, mientras callan en lo tocante a la reforma del mercado hipotecario. Tenemos la ley hipotecaria más leonina del mundo desarrollado. Mientras en Estados Unidos – ese país que tanto les gustaría emular a quienes hablan de flexibilidad de las relaciones laborales o sostenibilidad del sistema público de pensiones – alguien que no puede pagar su hipoteca, sencillamente, entrega el piso al acreedor hipotecario y se libera de la deuda (a esto se le llama un régimen de garantías reales, en España no ocurre lo mismo. En España, a las garantías reales se añade un régimen de garantías personales: ningún banco le concede a usted un crédito sobre su vivienda a menos que aporte un aval. Quienes querrían liberarse de la deuda entregando el piso, se encuentran con la desagradable sorpresa de que el banco no quiere hacerse cargo de él – “ejecutar”, en la jerga bancaria – sino que exige al deudor que siga pagando lo que pueda, si no todo el servicio de la deuda (amortización de principal más intereses, que corresponda), hasta saldar sus obligaciones. Esto es especialmente dramático para muchos inmigrantes, que, tras perder sus fuentes principales de ingreso, desearían volver a sus países de origen, pero no pueden hacerlo – su honestidad no se lo permite – hasta haber liquidado con el banco.

España tiene, así, el dudoso honor de mantener un régimen que comporta una verdadera semiesclavitud, o mejor, una servidumbre de la gleba, por deudas. Digo “servidumbre de la gleba”, porque como los almas muertas bajo el zarismo ruso, que iban incluidas en la compraventa de tierras, los deudores hipotecarios van de acreedor en acreedor, si el primero tiene a bien vender su crédito a un fondo de titulización, por ejemplo.

Pero más interesante es subrayar el papel “estabilizador” que nuestro régimen hipotecario ha tenido, por contraste con otros países a los que nos gustaría parecernos. El sistema bancario presenta una proporción de fallidos mucho menor que Estados Unidos o Irlanda, con una burbuja inmobiliaria superior. Esos siervos de la gleba financieros están contribuyendo, con su sudor y con su angustia, a la solidez del sistema bancario español. ¡Qué bien! Como también lo hace el contribuyente (y, ahora, el déficit público), ya que al menos una fracción de esos 426 euros que pagamos a los parados de larga duración van a engrosar los beneficios de la banca. Por otra parte, así se retrasa a perpetuidad el ajuste del mercado inmobiliario, lo que a algunos debe parecerles admirable. Es extraño que esta maravillosa propiedad de nuestro sistema bancario no haya sido resaltada más por los atentos observadores que no dejan de recomendarnos reformas en otros ámbitos.

Sorprende que tampoco el Fondo Monetario Internacional haya pedido la homologación de nuestro sistema financiero en este detalle. ¿Será que considera la posibilidad de recomendar su extensión a otros países, que deberían copiarnos?

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@purgatecon

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