viernes, 25 de febrero de 2011

Elecciones en Irlanda

Los irlandeses están llamados hoy a las urnas. Nadie espera que estas elecciones puedan resolver nada. Los problemas que sufre el país están más allá del poder de los políticos, quienes quieran que éstos sean. Mientras toda una generación de jóvenes, mejor preparados que nunca antes en la historia, se prepara para emigrar a donde sea llevándose con ella la inversión de fondos europeos en capital humano, la deuda del país aumenta sin parar a pesar del rescate de que fue objeto el otoño pasado. Buen aviso a navegantes: los rescates no resuelven los problemas. A veces, no hacen más que complicarlos.

Es lo que le pasa a Irlanda. El sistema bancario continúa sumido en un marasmo que ni siquiera es posible apreciar en su totalidad, fruto del absurdo empeño del gobierno saliente en garantizar la deuda preferente de los bancos; los vendedores de CDS localizados en Londres, Nueva York o Hong Kong le deben estar agradecidos, pero desde luego el contribuyente irlandés no. La teoría es que se trata de ganar tiempo hasta que se pueda vender los bancos a inversores internacionales, pero a éstos no se los ve por ningún lado ni ya se les espera siquiera. De hecho, el pago de intereses por la deuda bancaria está descapitalizando aceleradamente a las entidades. Buena parte de ellas se ha quedado sin posibilidades de obtener liquidez en el Banco Central Europeo por falta de activos de garantía. El BCE exige, en efecto, garantizar la devolución del dinero que presta con la entrega de activos rentables de alta calificación crediticia. Los bancos irlandeses empezaron a carecer de tales activos en agosto. Desde entonces ha crecido la preocupación por la forma que tienen los bancos irlandeses de obtener liquidez ahora. El dispositivo se llama ELA (siglas de emergency liquidity assistance), y lo gestiona el Banco Central de Irlanda, no el BCE. Descendemos a las cloacas del Eurosistema. Los activos de garantía que el BCE no puede aceptar, porque no son los suficientemente buenos, los toma el BCI, quien proporciona dinero a cambio. El dinero, ¿de quién? Del BCE, naturalmente, que lo suministra al BCI sin preguntar a qué lo destina; el BCI queda fiador, en caso de que los bancos no puedan devolverlo. Presuntamente, el BCI se cura en salud, primero, concediendo préstamos a muy corto plazo (una semana), aunque se renuevan repetidamente, hasta convertirse en una financiación semipermanente; segundo, el BCI aplica un fuerte descuento, concediendo préstamos por menos de la mitad del valor facial de los activos empeñados; tercero, el BCI cuenta con sus recursos propios para responder de los créditos que concede. Y si todo esto fuera insuficiente para recuperar el dinero prestado, el gobierno irlandés es avalista de último recurso. Dada la independencia del BCI respecto del gobierno de su país, el primero podría tomar posesión de cualesquiera activos públicos que pudieran venderse para obtener dinero o incluso apoderarse de cualquier importe de la recaudación de impuestos, hasta devolver al BCE el dinero prestado.

Es obvio por qué se empeña el BCE en presentar las operaciones ELA como algo normal. No lo son. El importe de ELA en Irlanda asciende a 51.000 millones de euros, o sea, que se ha comido ya más de la mitad de los 85.000 millones del rescate, y continúa creciendo muy deprisa. Para garantizar esa cifra, el BCI sólo dispone de recursos propios por importe de 1.500 millones, totalmente insuficiente. Hay dudas de si el BCI ha empezado a aceptar propiedades inmobiliarias de los bancos en garantía de las operaciones; si el BCI tiene que sacar esos activos al mercado, hundirá aun más los precios. Y el gobierno ya ha privatizado casi todo lo que se podía privatizar. Por tanto, sólo queda el bolsillo del contribuyente. No sorprende que los jóvenes quieran salir de allí a escape.

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@purgatecon

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