sábado, 23 de abril de 2011

El rescate de España, un poco más probable que hace una semana

Durante casi tres meses, tras las aciagas semanas de noviembre a enero, pareció que España e Italia se «desacoplaban» de la marcha general de las economías periféricas hacia el rescate financiero, con tipos de interés sobre la deuda, tanto en el mercado de emisión como en el secundario, que divergían de los claramente alcistas de Grecia, Irlanda y Portugal. Pero desde mediados de abril, España e Italia se han «reacoplado», y sus tipos de interés se mueven al unísono de los tres países más pequeños, ampliando todos sus diferenciales con el bono alemán. El hecho ha sido tan claro que JP Morgan, el mayor banco de inversión del mundo, anunció ayer que deshacía sus posiciones largas en deuda española e italiana, hasta que nuevos signos de «desacoplamiento» sean evidentes.

La opinión de los analistas y operadores internacionales está dividida, yo diría que en un 50/50; en marzo estaba en un 20/80, con mayoría de quienes pensaban que no habría rescate. Esa opinión continúa siendo fuerte, influida por los pronunciamientos del Fondo Monetario Internacional y la OCDE, hasta hace poco muy críticos con las finanzas españolas, y que ahora han pasado a elogiar las reformas del gobierno. Y sobre todo, se destaca un hecho diferencial de la actual ronda de la crisis de deuda comparativamente a las anteriores. Tanto en la ronda griega, en la primavera del año pasado, como en la irlandesa, en el otoño, el euro sufrió una intensa depreciación frente al dólar y las demás divisas importantes, consecuencia de las dudas sobre el futuro de la moneda común. Ahora, durante la ronda desatada por Portugal, la cosa parece distinta: el euro no ha dejado de fortalecerse y se acerca a sus máximos históricos, de finales de 2009. Los analistas creen que: 1) España es demasiado grande para ser rescatada, 2) si el mercado temiera realmente el rescate de España, esa expectativa no dejaría de reflejarse en el mercado de divisas, donde el euro debería estar depreciándose y no apreciándose. Luego el mercado no contempla realmente la eventualidad de que España tenga que ser rescatada.

El argumento tiene su fuerza. Por una parte, es indudable que la apreciación más reciente del euro es consecuencia de la subida de tipos por el Banco Central Europeo; por otra, es discutible que esa subida mostraría su actual eficacia en ese sentido si la perspectiva de rescate de España estuviera asentada en los mercados. Pero no pueden caber muchas dudas tampoco de que la escapatoria de España de la trampa en que se encuentra depende de muchas circunstancias azarosas, que ni el gobierno ni los organismos internacionales controlan. Así, por ejemplo, en sus recientes previsiones a largo plazo para la economía española, el FMI da por muy probable – casi podría decirse que seguro – que España no cumplirá su compromiso de estar en el 3% de déficit público sobre el PIB para 2013; el FMI pronostica el 5%. El gobierno, en su revisión de previsiones para 2011 y 2012, apunta implícitamente a un 3,7 ó 3,8%, aunque se guarda mucho de decirlo esperando pasar la patata caliente al PP después de las elecciones de 2012. Eso, ahora mismo, no lo tienen en cuenta los mercados porque está todavía en un horizonte lejano. Pero en el momento en que esté a la orden del día, porque se haya pasado de las previsiones a los datos, los mercados no dejarán de reaccionar, y lo harán de forma muy parecida a como hicieron con Portugal hace unas semanas, al constatarse que nuestro vecino estaba incumpliendo sus compromisos de déficit. Que el FMI, aun a sabiendas de todo esto, no ponga el menor énfasis en ello e insista en lo hecho más que en lo por hacer, muestra el grado de desesperación a que la crisis ha llevado a los organismos internacionales, dispuestos a ocuparse sólo del «hoy» y dejar que el mañana se ocupe de «mañana».

Los mercados confían en el FMI porque para eso existe el FMI: para que los mercados confíen en él. Ahora bien, de la misma forma que el banco insolvente y opaco empaña la reputación de su vecino solvente pero también opaco, con lo que a los dos los pone el mercado en cuarentena, y, si además el gobierno sale fiador de ambos, el crédito público es igualmente puesto en cuarentena; de la misma forma, repito, si el FMI respalda al gobierno y al banco solvente y al insolvente, la reputación del FMI asimismo está en entredicho. De manera que es fácil entender el nerviosismo de todos en este asunto. Si cae España, el FMI quedará muy, pero que muy «tocado». Y ahora es un poco más fácil que caiga porque una parte sustancial del mercado se permite dudar de la autoridad del organismo rector del sistema monetario internacional.

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@purgatecon

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