viernes, 23 de abril de 2010

Bien, Obama, bien

Parece que el presidente de EE.UU., Barak Obama, ha emprendido la segunda de sus reformas, tras la del sistema sanitario de su país. Es la del sistema financiero estadounidense, familiarmente conocido como Wall Street. Ya hemos oído a brillantes economistas, como Xavier Sala-i-Martí, decir que eso no sólo no valdrá para nada, sino que lo más seguro es que no haga más que empeorar las cosas. Ocioso es hacer notar que ni de lejos comparto semejante opinión de los economistas.

Lo que debo confesar es mi sorpresa ante la determinación con la que Obama ha afrontado este nuevo reto. Está en el segundo año de su mandato: cada año, una reforma. No es un mal timing. Y se puede pensar de eso lo que se quiera, pero estaba haciendo falta. El lunes pasado comentaba yo el proceso abierto por la SEC (Securities and Exchange Commission, su comisión nacional del mercado dse valores) contra Goldman Sachs, uno de los exponentes emblemáticos de Wall Street. Pues bien, creo que el anuncio de Obama y esa acusación forman parte de un proceso que ya es imparable.

Está por ver qué dice el Fondo Monetario Internacional de todo esto. Hasta ahora, el FMI se ha dedicado a dar bandazos, pero en los últimos días parecía enrumbado en sus viejas obsesiones de estabilidad financiera a todo trance y reformas estructurales (empezando por la laboral). Debería de haber previsto la iniciativa de Obama, y añadir, a su retahíla de recetas, al menos alguna consideración sobre la reforma de los mercados financieros. No lo ha hecho, y ahora va a marchar un rato con el pie cambiado. Y tiene dos opciones: contribuir con su esfuerzo o continuar mientras pueda como si nada pasara.

Háblese de reformar los mercados financieros a escala nacional y global, y empezará a tener sentido hablar también de reformar los mercados de trabajo a escala local. Lo primero es lo primero.

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@purgatecon

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