viernes, 16 de abril de 2010

Elogio de la Justicia

Contra lo que es habitual en este blog, esta entrada sustituye a otra publicada a primera hora de la mañana. Cuanto más leo y releo la primera, tanto más me parece una intervención de “tertuliano”. Y lo digo con todo respeto a los tertulianos, pues una es la responsabilidad de quien tiene que comentar a bote pronto en el directo de la radio o la televisión, y otra muy distinta la de quien dispone de todo el día para reflexionar. Tómese, así pues, la presente entrada como rectificación de la anterior.

Un problema muy serio de España es la politización que está adquiriendo la Justicia. Y la Justicia se politiza porque la Política se judicializa. Es exuberante el número de cuestiones políticas que la sociedad no ha sabido resolver por medios propios, y ahora encomienda al medio impropio de los tribunales. Por citar los casos más notorios: el Estatuto de Autonomía de Cataluña, la memoria histórica sobre la Guerra Civil y el franquismo, la relación misma entre la política y la sociedad a través de los casos de corrupción. Y no son asuntos menores, por cierto.

Adam Smith, a quien tenemos por fundador de la ciencia económica, en Lecciones de jurisprudencia, uno de sus libros menos conocidos, afirma que el objeto de la justicia es frenar el afán retributivo de las partes, impedir que lleguen hasta donde, llevadas de su motivación inicial, llegarían; simular lo que sería una transacción, un arreglo pacífico entre las partes. Esta definición sorprenderá a los no economistas, porque uno siempre tiende a pensar que la Justicia debe dar la razón al que la tiene. Pero no: todos tienen razón, cada uno la suya. La Justicia es ciega y sostiene una balanza en una mano y una espada en la otra. La balanza busca un equilibrio y la espada hacer partes. El juicio de Salomón es dividir al niño y entregar una mitad a cada una de las presuntas madres. Solamente cuando el odio de la falsa madre le induce a mostrar la satisfacción de su afán retributivo porque la sentencia hará sentir a la feliz madre el dolor de la que ha perdido a su hijo, la balanza de la Justicia vuelve a moverse para frenar ese afán entregando el hijo, vivo, a su verdadera madre. Si hay suerte, como en el juicio bíblico, la venda cae de los ojos de la Justicia y puede hacerse justicia, en el sentido popular del término. Con más frecuencia, sin embargo, la Justicia tiene que fallar cortando en dos al niño y procurando que las dos mitades pesen lo mismo.

Volviendo a los casos de Garzón, creo que no será condenado por el asunto de los crímenes del franquismo; no porque los magistrados acepten el principio de justicia universal, sino porque condenarlo significaría dar rienda suelta al afán retributivo de los nostálgicos del franquismo, damnificados perennes de tres décadas de democracia. Pero al punto al que han llegado las cosas – como el propio acusado reconocía ayer, por boca de su abogado – va a ser muy difícil que salga incólume de los tres casos en que se halla envuelto sin que eso signifique dar rienda suelta al afán retributivo de la izquierda.

Ha llegado el momento de dejar trabajar a la Justicia y aprender una lección muy importante.

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@purgatecon

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