jueves, 8 de abril de 2010

Grecia vuelve a intranquilizar a los mercados

En el día de hoy, las Bolsas europeas han emprendido una caída pronunciada de sus índices. El euro sigue depreciándose frente al dólar. Grecia vuelve a estar en el ojo del huracán. Su riesgo-país se ha disparado, y eso se traduce en un diferencial – con respecto al bono alemán – superior a 400 puntos básicos, es decir, mayor que el 4 por ciento. Como consecuencia, la deuda soberana de Grecia se está emitiendo a tipos de interés que rondan el 7,5 por ciento anual, lo que supera todas las previsiones. (España se ha endeudado al 3,9% en bonos a 10 años y al 4,9% en bonos a 30 años, en la subasta del 23 de marzo). Empieza a pensarse que Grecia no podrá soportar semejantes costes financieros gravitando sobre su gasto público. Esto se suma a la noticia, también conocida hoy, de que la agencia de rating Moody’s ha rebajado la calificación crediticia de la mayor parte de la banca griega (5 entidades sobre un total de 9).

Un motivo adicional de intranquilidad, entre los acreedores, es al parecer una presunta “falta de claridad” de los acuerdos del Eurogrupo (que rige políticamente la zona euro, a la que Grecia pertenece), adoptados en la cumbre del pasado 25 de marzo, concretamente, acerca de las condiciones en que el Fondo Monetario Internacional intervendría en la crisis griega (aquí mi comentario sobre la cumbre). Esto demuestra que los mercados no escuchan las declaraciones ni se leen los papeles y únicamente se mueven por rumores. La “falta de claridad” es un rumor, y completamente sin fundamento.

Si uno escucha las declaraciones de los mandatarios presentes en la cumbre, lee con atención los sueltos de prensa y no ignora las normas del FMI, se da perfecta cuanta de que la cosa no puede estar más clara. Los socios de Grecia en el Eurosistema no intervendrán más que después de que lo haya hecho el FMI. Por tanto, si Grecia necesita ayuda, le toca al FMI el proporcionársela. ¿Cuándo? Muy sencillo, cuando el gobierno griego estime que no puede resistir más la situación, se ponga al habla con el FMI y solicite él mismo ser puesto a la cuestion.

(Para aquéllos que desconozcan el significado de la expresión “ser uno puesto a la cuestión”, recomiendo la lectura del Tratado de delitos y penas, de Cesare Beccaria, jurista italiano de la segunda mitad del siglo XVIII, de cuya existencia tengo noticia gracias a mi buen amigo Luis Arroyo Zapatero, catedrático de Derecho Penal y rector de la UCLM cuando fui decano de su Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Un sustitutivo aceptable del susodicho tratado, siempre y cuando uno permanezca atento a los diálogos, es la película Los fantasmas de Goya, del director Milos Forman).

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@purgatecon

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