jueves, 9 de septiembre de 2010

El día después

Aprobada la reforma laboral por el parlamento, ha empezado la cuenta atrás para el 29 de septiembre. La reforma laboral es un teórico compromiso entre lo que estaban exigiendo la patronal, los defensores del contrato único de trabajo y los organismos internacionales, de un lado, y lo que deseaban los sindicatos, del otro. Como de costumbre en este gobierno, se queda a medio camino en todas direcciones. (Hay quien defiende esa cualidad como una virtud política, y puede que lo sea: no entiendo de política, soy economista). Los sindicatos, en algo, tienen más razón que un santo. La reforma laboral ni creará empleo, ni fomenta la conversión de empleo precario en indefinido. En una proporción creciente, los contratos son a plazo de meses o incluso de días. Lo que se ha impuesto es una especie de just in time laboral, según el cual el empresario contrata al trabajador estrictamente mientras lo necesita, y luego cada cual por su camino. Y la gran masa de los trabajadores que rotan entre el empleo más precario y el paro ha terminado por aceptar resignadamente este mercado de trabajo. No sirve darle tiempo para resultar eficaz: la reforma va por un lado y la economía por otro.

Supongamos, así pues, que la huelga general alcanza un éxito moderado. ¿Qué ganan los sindicatos? Sentarse de nuevo a la mesa a negociar con el gobierno. ¿Negociar, qué? En esto, los sindicatos se muestran firmes: que el gobierno dé marcha atrás en la reforma y en las medidas de ajuste. Y aquí es donde su planteamiento falla. ¿Dar marcha atrás a dos medidas aprobadas por el parlamento? ¿Con qué votos?¿Y qué clase de gobierno tendría el país después de eso? ¿Un gobierno que se ha mantenido casi dos años en una izquierda bastante aceptable, que luego se va a la derecha – como quien dice abducido por los mercados – cuando la política anterior ya es insostenible, para terminar regresando al comienzo, sin haber resuelto la viabilidad de una política de izquierdas en medio de la crisis? Con razón, Rajoy y los suyos se frotan las manos.

Lo más importante, con todo, es que dar marcha atrás a la reforma laboral tampoco ayuda en lo más mínimo a resolver los problemas del just in time laboral. Estancarse en el debate sobre los 45 ó 33 días, incluso en las mayores facilidades para el despido objetivo, es persistir en representar los intereses de los empleos fijos dejando de lado, como desde que empezó la crisis, los de la gran masa de empleos precarios, de donde saca algo que comer una gran parte de los parados. No digo que los sindicatos deban de abandonar a los trabajadores con puesto fijo de trabajo; digo que centrarse en eso aísla a los bastiones del movimiento obrero y a los sindicatos del resto de la sociedad. Y creo que, más importante que dar marcha atrás en la reforma llevada a cabo hasta la fecha, es profundizar la reforma para terminar de una vez para siempre con la clase salvaje de just in time laboral que está destrozando la cohesión económica y social de este país. Y es que, sin esa reforma, tampoco hay nuevo modelo productivo que valga.

Nota: Esta entrada sustituye a la anterior publicada hoy, que había quedado desfasada con los acontecimientos del día.

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@purgatecon

2 comentarios:

A las 13 de septiembre de 2010, 20:43 , Blogger GUSTAVO ha dicho...

Buenas tardes, quería hacer mención (aunque no tiene que ver con este asunto) sobre la noticia que hoy he visto acerca del aumento del coeficiente de reservas de las entidades bancarias (creo que hasta el 4% ó 4,5%). Aunque quizás Enrique, hablarás de ello en breve, quería hacer una reflexión sobre lo positivo o no de esta acción en este momento, ya que desde el punto de vista de la eficacia de la política monetaria europea, pienso que esto será favorable, puesto que ante modificaciones del tipo de interés por parte del BCE, las entidades con menores reservas transmitirán la medida al mercado en cuanto que ellas pidan prestado al BCE (no así las que estén muy por encima del coeficiente que podrán utilizar sus reservas sin llegar a transmitir el nuevo tipo de interés). Pero cómo se lo “tomarán” las entidades que tengan unas reservas aun más ajustadas (menos reservas), si tienen ahora que elevarlas todavía más.

Saludos.

 
A las 19 de septiembre de 2010, 23:14 , Blogger Enrique Viaña Remis ha dicho...

El comentario de Gustavo está bien, pero me temo que la subida del 2 al 4,5 por ciento (el llamado tramo 1) de los recursos propios de las entidades bancarias no tiene que ver con el Banco Central Europeo, sino con una de dos alternativas. Una, ampliaciones de capital o incremento de las reservas por beneficios no distribuidos; y dos, reducción del balance total para ajustarlo al capital propio disponible. Lo primero es problemático, o bien sólo es accesible cuando la entidad tiene beneficios. Lo segundo es obligado si la entidad registra pérdidas, pero no puede hacerse sin amortizar créditos, lo que únicamente es factible de forma gradual, según los créditos van venciendo. Es por eso que Alemania, que tiene a varias entidades importantes en pérdidas desde 2008, ha reclamado un plazo más largo para adaptarlas a los nuevos requisitos.

¿Qué ocurrirá con las que no ajusten su balance al capital disponible en el plazo que se les ha dado? Simplemente, tendrán que dejarse absorber por otras. Es lo que acaba de ocurrirle a CajaSur.

 

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