martes, 23 de marzo de 2010

Mercados y burocracias

Otra de las preguntas de Gustavo Alonso Carretero, el amigo de Ciudad Real, en su último comentario – a la izquierda de este texto – era si lo ocurrido con el virus H1N1 (gripe A), que ha generado una alarma aparentemente excesiva para el peligro real que comportaba, pero muy lucrativa para la industria farmacéutica, no es un buen ejemplo de manipulación de los mercados. Se refería a la entrada sobre fundamentalismos de mercado (aquí), donde yo decía que los mercados, a diferencia de las burocracias, no son manipulables. La pregunta es interesante, porque me permite aclarar este concepto un poco esotérico de los mercados.

En principio, lo que llamamos en general – y llamaba yo en la mencionada entrada – ‘los mercados’, así, a secas y en plural, es el conjunto formado por los mercados financieros y de materias primas de ámbito global. Sólo entran mercados financieros y de materias primas, lo que excluye lo que se llama mercados de bienes y servicios corrientes; y excluye también mercados de ámbito meramente local aunque sean financieros, como el mercado del crédito a las pequeñas y medianas empresas en España, pongamos por ejemplo.

Digo que los mercados, así entendidos, no son manipulables, fundamentalmente por tres razones. La primera es que están altamente organizados a escala global; por ejemplo, una parte importante del mercado mundial de petróleo está organizado en Rótterdam (Países Bajos), el mercado mundial del cobre está organizado en Londres, el mercado de cereales y carne está en Chicago, los tres grandes mercados de divisas son Londres, Nueva York y Singapur; el mercado de renta variable más importante está en Nueva York, aunque hay plazas importantes en Tokio, Hong Kong, Shangai, Londres, París y Frankfurt; y, así, sucesivamente. El regulador de cada uno de estos mercados ha sido constituido de forma que el impacto de los sobornos sobre su actuación sea mínimo, si no propiamente inexistente, sobre todo, porque imparte a los operadores instrucciones sólo sobre cómo deben actuar, no sobre qué actuar. La segunda razón es que, como son globales y están altamente organizados, concurre a ellos un gran número de operadores y de intermediarios, lo que hace prácticamente imposible sobornarlos a todos. Y la tercera, y quizá más importante, es que los mercados están todos interconectados como vasos comunicantes, de forma que los productos intercambiados en cada uno de ellos es sustitutivo de, y sustituible por, los productos intercambiados en todos los demás, de manera que habría que manipularlos todos a la vez para que la manipulación de uno fuera efectiva. Algo que está fuera del alcance de ningún país o grupo financiero del mundo.

En todo caso, el mercado de vacunas contra la gripe A no pertenece a este tipo de mercados. Primero, porque no es un mercado ni de materias primas ni financiero, sino de un bien corriente; todos los medicamentos lo son. Segundo, porque no está organizado y los operadores son un corto número de grandes multinacionales, por el lado de la oferta, y los gobiernos del mundo, que tampoco son tantos, por el lado de la demanda. Y, tercero, porque lo que podríamos llamar el regulador de este mercado es la Organización Mundial de la Salud (OMS), organismo de las Naciones Unidas con un apreciable componente burocrático especialmente vulnerable a los sobornos precisamente porque el mercado no está organizado. Que la OMS recomiende a los gobiernos comprar vacunas antivirales contra una pandemia es equivalente a que la Comisión Nacional del Mercado de Valores recomendara a los operadores comprar acciones de tal o cual empresa, cosa que nunca ha hecho ni hará. Un mercado así es fácilmente manipulable, también por varias razones. Para empezar, hay mucho dinero en juego para una clase dada de operaciones. De todo ese dinero, se puede tomar un buen pellizco para sobornar a uno o varios funcionarios de la OMS, situados en posiciones clave (no tienen por qué ser directivos, basta con que sean asesores con capacidad de influir en el juicio de los directivos). Además, se juega con un tema sensible, como es una posible pandemia con efectos hipotéticamente fatales sobre la salud, con lo que las decisiones tienen que ser rápidas, guiadas por el axioma “más vale prevenir…”. Todo esto configura un cuadro en el que la manipulación por intereses económicos es posible.

Sin embargo, personalmente no creo que todo se haya debido a manipulación por intereses económicos del sector privado. Más bien, lo que ha habido es una confluencia espontánea de intereses, respectivamente económicos y políticos, de las multinacionales farmacéuticas y los gobiernos, confluencia ante la que la OMS no ha hecho más que plegarse, como no podía ser de otra forma. Una razonable alarma, creada por una veintena de muertes muy rápidas en un rincón de Méjico, pudo suscitar la duda de si se trataba de una peligrosa pandemia o de un caso de déficit inmunológico a escala local (como el que exterminó en el pasado poblaciones enteras del Nuevo Mundo por contagio de sarampión, varicela y otras enfermedades benignas en Europa). A la sazón, los gobiernos acaban de cosechar un decepcionante fracaso en la cumbre del G-20 en Londres, donde las expectativas despertadas en la anterior cumbre de Washington, de reformar la arquitectura financiera internacional, quedaron en agua de borrajas. En esa tesitura, una rápida y contundente reacción contra la pandemia, con la vacunación masiva, daba a los gobiernos la oportunidad de aparentar la determinación y eficacia que les ha faltado en la lucha contra la crisis económica.

Dicho esto, no me parece que la solución a la debilidad de las burocracias frente a los sobornos y las presiones políticas sea reemplazarlas por mercados en todas las funciones concebibles. Primero, porque que los mercados no son manipulables no excluye que sean influenciables. Tienen un componente psicológico, que Keynes denominó animal spirits o “espíritus animales”, que los convierte en presa fácil – mucho más fácil que las burocracias – de euforias y pánicos, a los que los mercados son particularmente vulnerables en situaciones con malos registros generalizados de los principales indicadores macroeconómicos. Segundo, porque lo realmente necesario es insuflar una nueva ética, mucho más exigente; y más necesario aun insuflarla en los mercados que en las burocracias.

Después de todo, las burocracias – como destacó Max Weber – generan su propia ética, y sólo se corrompen cuando lo hace quien les manda: el gobierno. Los mercados, en cambio, como expresión de continuas e innumerables subastas donde el que más paga se lleva el gato al agua, no generan ética alguna: ésta es la principal enseñanza de la crisis en que estamos.




Barak Obama se somete a la vacunación contra el virus H1N1, el 20 de diciembre de 2009. (Foto: Casa Blanca)

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@purgatecon

2 comentarios:

A las 23 de marzo de 2010, 22:22 , Blogger Unknown ha dicho...

Muy interesante la explicación. Mi duda es si alguno de los llamados "gurús como Warren Buffett son capaces de influir de diversas formas en los mercados. Pongamos por ejemplo que dicho "gurú" (o cualquier otro del estilo) recomienda invertir en mercados de materias primas en lugar de hacerlo en mercados financieros. ¿habría un movimiento masivo de capitales de un mercado a otro?

Gracias

 
A las 24 de marzo de 2010, 10:15 , Blogger Enrique Viaña Remis ha dicho...

Gracias a ti, Mario Víctor.

No estoy seguro de la respuesta a tu pregunta. La diferencia entre 'manipulable' e 'influenciable', en el contexto de que hablamos, es que, en el primer supuesto, se puede hacer que los mercados se muevan en la dirección deseada, mientras que, en el segundo, alguien puede hacer que se muevan, pero no necesariamente en la dirección que podría desear.

Ahora bien, también es cierto que Warren Buffett, al principio de la crisis, dijo que él apostaba por valores como McDonald's, porque la comida es algo de lo que la humanidad jamás podrá prescindir, por mal que se pongan las cosas. Y las acciones de McDonald's registraron una subida notable de sus cotizaciones en Wall Street durante unas cuantas jornadas, pero no más. Supongo que, en todo caso, que el tiempo suficiente como para que Buffett pudiera vender las acciones que había comprado el día anterior a sus declaraciones, con buenas ganancias.

Esta clase de manipulaciones, de corto alcance y con referencia a un valor determinado, son posibles y se están haciendo todos los días. Con referencia a la Bolsa española, podría citar algunos casos muy notorios de los últimos años. Pero una cosa es eso, y otro muy distinta mover al conjunto de los inversores del mercado de acciones, por ejemplo, al de materias primas por un rumor sin fundamento, por mucho que lo respalde el más reputado gurú. Me parece que esto último no es posible en absoluto.

 

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