Irlanda, en el ojo del huracán
El plan del gobierno irlandés, para reflotar el Anglo Irish Bank (AIB), es sencillo. Ya que éste tuvo que ser nacionalizado en enero de 2009 por la ingente cantidad de préstamos hipotecarios fallidos, de lo que ahora se trataría es de segregar el banco en dos. Un banco estrictamente de depósitos, garantizados al 100 por 100 por el gobierno, que funcionaría con toda normalidad y emitiría acciones hasta su completa reprivatización, y un banco de activos dañados, o banco malo, que se quedaría con todas las hipotecas que han devenido incobrables y que, dueño de los inmuebles hipotecados, iría vendiéndolos gradualmente hasta su completa liquidación, tras lo que la propia entidad cerraría. El problema radica en que, al separar los activos dañados del balance del bando de depósitos, se requiere una recapitalización contra la que sanear el agujero patrimonial. El importe de ésta ha sido estimado por el gobierno en 29.000 millones de euros. La deuda actual de Irlanda se acerca a los 89.000 millones de euros; estamos hablando de un incremento repentino de un tercio. Si todo el coste de la recapitalización de AIB recayera sobre el erario público, con esas estamaciones el déficit público de Irlanda en 2011 se aproximaría al 20 por ciento del PIB, cota considerada como inasumible por todos los observadores, ya que se incumpliría – con total seguridad – el compromiso de retornar al 3 por ciento para 2014.
Desde la City londinense – que probablemente representa el interés de los tenedores de deuda soberana de Irlanda más que el de los tenedores de deuda del Anglo Irish – se viene afirmando (vía Financial Times) que la ecuación sólo tiene solución si el sector privado es obligado a compartir el coste de la operación de reflotar el banco de depósitos “bueno”. La tesis británica es que los compradores de bonos de bancos irlandeses actuaron temerariamente en los años anteriores a la crisis al adquirir deuda de entidades excesivamente involucradas en una burbuja inmobiliaria que todo el mundo sabía que tenía que estallar. Su codicia especuladora debería ser castigada ahora, en justa compensación por los elevados réditos obtenidos durante las vacas gordas.
El gobierno irlandés ha sido en parte sensible al argumento, y se propone seguirlo en el caso de la deuda subordinada de AIB. Dentro del paquete de medidas que anunciará hoy, ofrecerá 500 millones de euros por un nominal de 2.400 millones de deuda subordinada, con un descuento ligeramente inferior al 80 por ciento con que está cotizando esa deuda en el mercado. Así, Irlanda se ahorrará casi 2.000 millones sobre los 29.000 necesarios. Pero aún es poco.
El problema más serio surge con la deuda preferente de AIB. Legalmente, esta deuda tiene un status únicamente inferior a los propios depósitos, en caso de liquidación del banco; pero la garantía extendida sobre los depósitos en 2008 – y que expiró ayer – no alcanza a la deuda preferente. Londres aconseja efectuar en ésta una quita comparable a la de la deuda subordinada. De acuerdo con esta tesis, la agencia calificadora Moody’s rebajó el lunes la calificación de la deuda preferente de AIB la friolera de seis escalones, dejándola tan sólo un escalón por encima de los bonos basura. Esto desató el nerviosismo del mercado. El gobierno irlandés, en una acalorada reunión la noche del lunes, decidió que no garantizar en su integridad la deuda preferente del Anglo Irish comprometería el crédito futuro de la banca irlandesa en su conjunto. (Aunque también podría ocurrir que estime que el grueso de la deuda preferente de AIB está en manos de inversores irlandeses, y trata desesperadamente de evitar al país la pérdida de riqueza que la quita propuesta por FT supondría). Así que decidió renovar la garantía de los depósitos y extenderla a los bonos preferentes de la banca, a partir de hoy. Eso equivale a cargar sobre la deuda soberana el coste de reflotación de AIB, casi íntegro.
El martes, otra de las agencias de calificación de riesgos, Standard and Poor’s (S&P), venía a echar más leña al fuego de la inquietud de los inversores, al afirmar que la estimación gubernamental del coste de reflotación de AIB se queda muy corta, y la cifraba en una horquilla entre 34.000 y 46.000 millones, probablemente más cerca de la última cifra; en este caso, el déficit público se aproximaría al 30 por ciento del PIB. Las ventas de bonos irlandeses, tanto de emisión pública como privada, se desataron.
La nota de S&P, que antecede a una más que probable rebaja en la calificación de los riesgos de la deuda soberana de Irlanda, vendría a indicar que el gobierno irlandés ha tomado la decisión equivocada. Aunque también podría ser que el gobierno irlandés se hubiera metido en ese berenjenal porque tiene ya comprometido créditos stand by de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. Si es así, lo que sigue será una opereta para convencernos de que Irlanda no ha entrado en suspensión de pagos, cuando técnicamente ya lo está.
Todo esto, en un país que tiene la segunda renta per cápita de la Unión Europea, en paridad de poder adquisitivo, y la undécima del mundo (un 30 por ciento superior a la de España); que ocupa la quinta plaza en el ranking planetario de desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, y cuya economía es considerada por todos modelo de competitividad.
Etiquetas: crisis, deuda, Irlanda, mercados, sistema bancario
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