Los medios angloamericanos afilan sus garras: el euro parece víctima propiciatoria. Me temo, sin embargo, que venden la piel del oso antes de cazarlo. La última andanada viene del blog financiero de moda,
Zero Hedge, que dedica la más reciente entrada (23/06/11) al tema. Uno no puede leer escritos como ése sin sentir una profunda agitación interior. Junto a percepciones muy agudas de la realidad, se deslizan topicazos y errores de bulto como si fueran dogmas de fe. Básicamente, el argumento se reduce a lo que he señalado repetidamente en éste, mi más modesto blog: la Unión Monetaria Europea, donde circula el euro como moneda común, es una zona monetaria sub-óptima; la teoría dice que las zonas monetarias sub-óptimas no pueden sobrevivir. Aparte de eso,
Zero Hedge descubre sin rubor sus cartas: ellos son norteamericanos, y el dólar (su moneda) ofrece precisamente el contraste con el euro. Nosotros cometemos toda la clase de errores que ellos están libres de cometer, porque ellos son una zona monetaria óptima y nosotros no. Lo que les falta por explicar es por qué el euro se mantiene todavía por encima de los 1,40 dólares.
Entre las advertencias serias de
Zero Hedge, señalaría lo siguiente. Todas las salvaguardias del Tratado de Maastricht han saltado por los aires. La regla de no rescatar a ningún país, la independencia del Banco Central Europeo, la prohibición de déficits por encima del 3 por ciento del PIB, la prohibición de deuda pública por encima del 60 por ciento del PIB, la prohibición de que el BCE comprara deuda pública de los estados miembros; todo ha tenido que ser ignorado durante la crisis, con vistas a salvar a la moneda común. Pero, si las mismas bases de la moneda común, que descansaban sobre esas reglas, han quebrado, ¿cómo podrá sobrevivir el sistema?
Mi hipótesis es ésta. Las reglas han tenido que ser ignoradas en la crisis para salvar al euro por la sencilla razón de que
algunas de ellas eran malas reglas. Alguna de esas reglas no tenían que haber existido nunca, y el hecho de que hayan existido, de que se las haya respetado incluso cuando no había que haberlo hecho, de que se hayan relajado tarde y con mala conciencia; todo eso ha contribuido a crear un mal funcionamiento que es difícil, si no imposible, corregir sobre la marcha. Ahora resulta que la principal línea política de la eurozona, que es impedir a toda costa que Grecia se declare en bancarrota, está inspirada por una motivación perversa, como prueba el siguiente cuadro, publicado anteayer por Barclays:
[Haga clic en la imagen para agrandarla].
Lo que se observa con claridad es que la banca privada está mucho menos «enganchada» en la deuda soberana de Grecia de lo que suele suponerse. En realidad, exceptuando media docena de bancos y compañías de seguros, el sector privado está relativamente poco expuesto al riesgo de Grecia. El propio articulista de
Zero Hedge, aunque no desconoce los datos de Barclays, maneja sin la suficiente clarificación datos del Banco Internacional de Pagos (BIS), de Basilea, de forma que sobreestima considerablemente la exposición del sector privado a una eventual bancarrota de Grecia; empiezo a pensar que los datos de BIS se malinterpretan (yo mismo los he hecho sin advertirlo) constantemente. La fotografía que emerge de las estimaciones de Barclays es una en la que la mayor exposición a un «evento de crédito» - eufemismo por bancarrota – de Grecia es del propio BCE. O sea, que toda la política por la que Europa está porfiando en este momento, toda la estrategia financiera sobre la que hace bascular sacrificios sin cuento para la población griega y europea en general, dependen del principio de que no se puede dejar que el BCE quiebre. ¿Suena razonable?
Etiquetas: Banco Central Europeo, crisis, sistema bancario, Unión Europea