viernes, 24 de junio de 2011

Noticias

Hoy es un día de noticias importantes. Selecciono tres. El gobierno ha decidido volver a elevar el límite de velocidad en autovías, de 110 a 120 km/h. Ha cumplido su palabra: dijo que era temporal, y así ha sido. El motivo declarado es que el gobierno lo hizo para ahorrar, porque a 110 el consumo es menor que a 120. Rubalcaba, muy enfáticamente, ha revelado un ahorro superior a 400 millones de euros en la factura de la economía española por la compra de petróleo. La decisión se tomó – según ha dicho – con el petróleo casi a 120 dólares el barril; ahora, está a 106 dólares, y bajando. A esos precios, el ahorro va teniendo menos y menos importancia. Por tanto, el gobierno mantiene su palabra y vuelve a elevar el límite. Hasta aquí lo que dice el gobierno. Mi versión ya la di aquí, cuando el gobierno redujo el límite de velocidad. Se hizo, fundamentalmente, para hacer el automóvil eléctrico más competitivo. Ahora se habla poco del automóvil eléctrico; cada vez menos. La razón es muy clara. Cambiar el parque automovilístico español de combustibles fósiles a cien por cien eléctrico (el sueño del ministro Sebastián, compartido por Zapatero) habría requerido unas quince centrales nucleares de tamaño medio. A principios de año, el gobierno se aprestaba a alargar la vida de las centrales más antiguas, como paso previo – conjeturaba yo – a la construcción de otras nuevas. Tras el desastre de Fukushima, todo esto ha quedado en eso: un sueño. El gobierno acaba de despertar.

Segunda noticia: el consejo europeo elije a Mario Draghi, gobernador del Banco de Italia, sucesor oficial de Trichet al frente del Banco Central Europeo. Draghi, economista ortodoxo, trabajó un tiempo para Goldman Sachs, uno de los principales bancos de inversión del mundo. Lo importante, sin embargo, es que se ha alineado sin fisuras con la postura del BCE en el asunto de la deuda griega. Como Trichet, no admite ninguna reestructuración de esa deuda que el mercado pueda interpretar como un «evento de crédito» (eufemismo por bancarrota). La semana pasada, tuvo el valor – o la arrogancia – de mantener esa postura en una reunión cara a cara con Angela Merkel, que defendía el reparto de los costes de la crisis con los bancos. Pero Trichet, Draghi y, en definitiva, el BCE se han mantenido intratables: nada de tocar a los bancos. Parece una derrota en toda regla de Merkel. Yo pronostiqué que la canciller lucharía e incluso que el resultado de esa lucha sería que Draghi no llegaría a tomar posesión como presidente del BCE. Hay tiempo hasta el 31 de octubre, pero la decisión de hoy no admite fácil vuelta atrás. Es una mala, muy mala noticia porque confirma el poder omnímodo del BCE y los bancos.

En todo caso, es evidente que voy necesitando unas buenas vacaciones. Purgatorio Económico cierra sus puertas por vacaciones de verano.

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jueves, 23 de junio de 2011

El Banco Central Europeo no es parte de la solución sino del problema

Los medios angloamericanos afilan sus garras: el euro parece víctima propiciatoria. Me temo, sin embargo, que venden la piel del oso antes de cazarlo. La última andanada viene del blog financiero de moda, Zero Hedge, que dedica la más reciente entrada (23/06/11) al tema. Uno no puede leer escritos como ése sin sentir una profunda agitación interior. Junto a percepciones muy agudas de la realidad, se deslizan topicazos y errores de bulto como si fueran dogmas de fe. Básicamente, el argumento se reduce a lo que he señalado repetidamente en éste, mi más modesto blog: la Unión Monetaria Europea, donde circula el euro como moneda común, es una zona monetaria sub-óptima; la teoría dice que las zonas monetarias sub-óptimas no pueden sobrevivir. Aparte de eso, Zero Hedge descubre sin rubor sus cartas: ellos son norteamericanos, y el dólar (su moneda) ofrece precisamente el contraste con el euro. Nosotros cometemos toda la clase de errores que ellos están libres de cometer, porque ellos son una zona monetaria óptima y nosotros no. Lo que les falta por explicar es por qué el euro se mantiene todavía por encima de los 1,40 dólares.

Entre las advertencias serias de Zero Hedge, señalaría lo siguiente. Todas las salvaguardias del Tratado de Maastricht han saltado por los aires. La regla de no rescatar a ningún país, la independencia del Banco Central Europeo, la prohibición de déficits por encima del 3 por ciento del PIB, la prohibición de deuda pública por encima del 60 por ciento del PIB, la prohibición de que el BCE comprara deuda pública de los estados miembros; todo ha tenido que ser ignorado durante la crisis, con vistas a salvar a la moneda común. Pero, si las mismas bases de la moneda común, que descansaban sobre esas reglas, han quebrado, ¿cómo podrá sobrevivir el sistema?

Mi hipótesis es ésta. Las reglas han tenido que ser ignoradas en la crisis para salvar al euro por la sencilla razón de que algunas de ellas eran malas reglas. Alguna de esas reglas no tenían que haber existido nunca, y el hecho de que hayan existido, de que se las haya respetado incluso cuando no había que haberlo hecho, de que se hayan relajado tarde y con mala conciencia; todo eso ha contribuido a crear un mal funcionamiento que es difícil, si no imposible, corregir sobre la marcha. Ahora resulta que la principal línea política de la eurozona, que es impedir a toda costa que Grecia se declare en bancarrota, está inspirada por una motivación perversa, como prueba el siguiente cuadro, publicado anteayer por Barclays:


[Haga clic en la imagen para agrandarla].

Lo que se observa con claridad es que la banca privada está mucho menos «enganchada» en la deuda soberana de Grecia de lo que suele suponerse. En realidad, exceptuando media docena de bancos y compañías de seguros, el sector privado está relativamente poco expuesto al riesgo de Grecia. El propio articulista de Zero Hedge, aunque no desconoce los datos de Barclays, maneja sin la suficiente clarificación datos del Banco Internacional de Pagos (BIS), de Basilea, de forma que sobreestima considerablemente la exposición del sector privado a una eventual bancarrota de Grecia; empiezo a pensar que los datos de BIS se malinterpretan (yo mismo los he hecho sin advertirlo) constantemente. La fotografía que emerge de las estimaciones de Barclays es una en la que la mayor exposición a un «evento de crédito» - eufemismo por bancarrota – de Grecia es del propio BCE. O sea, que toda la política por la que Europa está porfiando en este momento, toda la estrategia financiera sobre la que hace bascular sacrificios sin cuento para la población griega y europea en general, dependen del principio de que no se puede dejar que el BCE quiebre. ¿Suena razonable?

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La banca de los países escandinavos no ve alto riesgo de contagio en la crisis de la deuda

El riesgo de contagio es la preocupación del momento. Ayer por la tarde, Jean-Claude Trichet dio una rueda de prensa en su calidad de presidente, no del Banco Central Europeo, que todavía es, sino del Consejo Europeo de Riesgo Sistémico (ESRB), organismo que empezó a funcionar en enero y al que se retirará tras cesar en octubre en su actual cargo. Trichet ha afirmado que los primeros estudios del ESRB muestran que el riesgo de contagio de la crisis del crédito público de algunos gobiernos europeos a los bancos privados es muy elevado, habida cuenta de que los bancos son los principales inversores en deuda soberana.

Un estudio llevado a cabo por la agencia de calificación de riesgos crediticios Fitch Ratings muestra un panorama diferente. Tras estudiar la percepción que tienen las entidades de crédito de los países escandinavos, mediante una serie de entrevistas llevadas a cabo la semana pasada, la conclusión es que en su gran mayoría no ven un riesgo alto de contagio. Sólo un 21 por ciento de las entidades afirmó percibir un riesgo elevado de contagio de la crisis, actualmente circunscrita a Grecia, Irlanda y Grecia, a otros países como España, Italia y Bélgica. El 64 por ciento afirmó que el riesgo de contagio era medio y un 15 por ciento, que bajo. La percepción del riesgo era máxima en Copenhague y mínima en Helsinki. Dinamarca es el único país escandinavo que está actualmente en recesión. Con todo, el 40 por ciento de los ejecutivos bancarios entrevistados afirmó que la crisis de deuda soberana es la mayor amenaza que se cierne sobre los mercados de crédito europeos en el horizonte de los próximos 12 meses. Sin embargo, otras amenazas parecían casi tan preocupantes: la posibilidad de una segunda recesión mundial preocupaba al 30 por ciento y el fin de los estímulos monetarios y fiscales en Estados Unidos a otro 30 por ciento.

Curiosamente, la posibilidad de que la crisis pase de los estados a los bancos, que es la obsesión de Trichet en los últimos meses, no parece preocupar a los bancos escandinavos. Se conoce que ellos no han invertido apenas en deuda soberana de los países rescatados hasta la fecha. Así entiende uno la frialdad con la que Finlandia, por ejemplo, se enfrentó al rescate de Portugal, hace unas semanas, y sus reticencias al segundo rescate de Grecia, ahora. Pero, por otra parte, ¿no será que la obsesión de Trichet – que parece ser también la de Draghi, su sucesor in pectore – responde estrictamente a una preocupación propia de los bancos franceses y alemanes, que en su día prestaron a Grecia más de lo que razonablemente habría que haberle prestado? Parece estar justificada la duda de si el BCE representa demasiado fielmente el interés de los países centrales de la UE - Francia, Alemania - y muy poco el de los periféricos, ya sea del Norte o del Sur de Europa.

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miércoles, 22 de junio de 2011

Crisis griega y ética cívica y fiscal

Al filo de la pasada medianoche, cuando se conocía el resultado de la votación que ratificaba la confianza del parlamento griego en su gobierno, miles de atenienses reunidos en la plaza Sintagma se enfrentaban a la policía con la violencia habitual. Aparentemente, esperaban un fracaso de la moción, o bien estaban preparados para los disturbios saliera lo que saliera. Es tremenda la situación de un país así, y todo lo que podemos hacer es cruzar los dedos para no vernos también en ella.

No puedo por menos de expresar públicamente mi solidaridad con el pueblo griego en esta hora tan difícil. Creo que no se merecen lo que les está ocurriendo. Es una verdadera desgracia en la que se han combinado los fallos del capitalismo, que desencadenaron la crisis, y la falta de precisión, en este caso verdadera brutalidad, de sus mecanismos de ajuste. Estamos muy lejos del «ajuste fino», del fine tuning, con que se presumía poder abordar los problemas en la eurozona antes de 2008. Ahora, el único procedimiento a nuestro alcance parece estar en cortar por lo sano. Una y otra vez, hasta que no quede nada por cortar, por lo que se está viendo en Grecia.

De una u otra forma, la catarsis – palabra griega, precisamente – que tiene que sufrir esa sociedad es radical y completa. Las cosas no podían continuar como hasta ahora. Se estima que el fisco griego pierde entre 20.000 y 30.000 millones de euros anuales como consecuencia del fraude fiscal. Con lo evadido en los tres últimos años, se habría ahorrado este segundo rescate; con lo evadido en los últimos diez, nunca se habría visto en la situación que atraviesa. Y el fraude está especialmente extendido entre la población adinerada. Parece que en Atenas – zona de sequía endémica – se paga un impuesto por las piscinas particulares. Pues bien, de 16.974 piscinas censadas tras una inspección pormenorizada, resultó que únicamente 324 estaban declaradas. La corrupción y el soborno están generalizados. Hay que pagar para conseguir un empleo de funcionario y también para pasar los exámenes en ciertos tramos del sistema educativo. Afortunadamente, estos extremos están ausentes entre nosotros. Pero nos sigue pareciendo natural la corrupción entre los políticos, y votamos para las más altas magistraturas a personas sospechosas de haberse dejado sobornar: con la presunción de inocencia lo arreglamos todo. Y a nadie escandaliza que cualquier empresa sustraiga un 20 ó 25 por ciento de su facturación al pago del IVA. ¿Quién pide factura al fontanero, salvo que pueda trasladarle el gasto a otro? Muchos se justifican preguntando si van a pagar impuestos para sostener el tren de vida de los políticos. El mal está arraigado, es profundo y afecta muchos niveles de la vida social. Es esa incertidumbre sobre la confiabilidad fiscal de nuestro país lo que nos tiene permanentemente en vilo y sometidos al escrutinio de los mercados.

Lo dije una vez, y lo repito: ética fiscal, ética fiscal, ética fiscal. Cuando la tengamos, sabremos exigir a los políticos que administren bien los impuestos que pagamos. Y no al revés. Ética fiscal es lo que necesitamos para salir definitivamente del atolladero.

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martes, 21 de junio de 2011

Cameron rehúsa participar en el nuevo rescate de Grecia

Aparentemente, la comunicación efectuada ayer por la comisión europea, por boca del comisario Olli Rehn, y de la presidencia del Eurogrupo, personificada por Jean-Claude Juncker, ha tenido la virtud de tranquilizar a los mercados. La prima de riesgo española ha caído apreciablemente – aunque se mantiene alrededor de los 260 puntos básicos, 80 más que hace un mes – y lo mismo ocurre con la de Italia. China ha anunciado que participará voluntariamente en el rescate de Grecia. Incluso Japón, cuya situación financiera, por razones conocidas, es bastante problemática (hasta el punto de justificar una advertencia preocupada del Fondo Monetario Internacional el viernes pasado), ha prometido contribuir en la medida de sus posibilidades. Es evidente la alarma internacional que ha disparado esta situación.

El Reino Unido pone la nota discordante. Su primer ministro, Cameron, acaba de afirmar que su país no participará en este segundo rescate de Grecia, haga Grecia lo que haga en materia de sacrificios. El momento elegido es significativo. Precisamente hoy, el primer ministro griego, Papandreu, presenta en el parlamento de su país un durísimo plan de ajuste que incluye el despido de 150.000 funcionarios, amén de subida de impuestos. Cameron, entre cuyos planes está el despido de casi medio millón de funcionarios de su país, no se ha sentido nada solidario de otro gobierno que va a hacer algo parecido. Prácticamente, Cameron está diciendo a las claras que él vota por la bancarrota de Grecia. Es comprensible que no le preocupe: los bancos británicos tienen unos 3.400 millones de dólares de deuda soberana de Grecia (datos del BIS), lo que es la décima parte de los 34.000 millones que tienen los bancos alemanes, y todavía una fracción mucho menor de los 57.000 millones en manos de bancos franceses. Muy seguro debe estar Cameron de que Irlanda no necesitará de un segundo rescate, porque entonces las tornas se invertirían.

Cameron viene a decir que, si la renovación de la deuda griega es voluntaria para el sector privado, es decir, los bancos, por la misma regla de tres lo es para los gobiernos. Él, voluntariamente, rehúsa participar. Nadie va a decirle que tiene que hacerlo. Cameron, además, implícitamente presume de desafiar la autoridad del eje franco-alemán, aunque juega a favor de Merkel. Lo importante de la posición adoptada hoy por el Reino Unido es su significado como precedente. Varios otros países querrían desmarcarse de la posición adoptada estos días. Como es obvio, los miembros de la eurozona lo tendrán más difícil; el Reino Unido se mantiene fuera, y esto parece disminuir su responsabilidad en la crisis de un país que pertenece a ella. Pero Eslovaquia – que es miembro de la eurozona – ya había anunciado que no participaría, y habrá que ver la firmeza de su resolución. Más complicado es el caso de Finlandia, donde un reciente éxito electoral de la extrema derecha forzó una votación parlamentaria sobre el rescate de Portugal, votación que entonces salió bien. Difícil va a ser, sin embargo, eludir el mismo trámite en esta ocasión, y su simple convocatoria puede desatar nuevas tensiones en los mercados.

Lo que cada vez está más claro es que España no podrá ser rescatada, por más que llegare a necesitarlo. Con un tamaño económico y financiero que supera la suma de Grecia, Irlanda y Portugal, el consenso político que se necesitaría para que Europa lo llevara a cabo empieza a resquebrajarse.

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lunes, 20 de junio de 2011

Primera victoria política del 15-M

Yo quizá no lo habría hecho así. De haber sido coordinador de Izquierda Unida en Extremadura – que afortunadamente no soy – puede que hubiera planteado una dura negociación con el PSOE; digamos, la mitad de las consejerías y una vicepresidencia con amplias atribuciones, para empezar. E IU habría sacado tajada de su posición de arbitro, ya que Fernández Vara es un hombre razonable, como acaba de demostrar pidiendo que no se demonice a IU y que el PSOE asuma sus responsabilidades en la derrota.

Pero lo que yo pueda pensar que haría en caso de… no tiene ninguna importancia, ni siquiera para mí. Mucho más interesante es comprender lo que ha ocurrido. Cuando la semana pasada Cayo Lara quiso hacer acto de presencia en una movilización contra el desahucio de una familia en Madrid, dio un ejemplo de oportunismo político. Está muy feo que los allí presentes le abuchearan y hasta le arrojaran un balde de agua encima. Muy feo. Pero, en cierto modo, se lo había ganado a pulso. Sus nada contenidas peticiones del voto a los concentrados en Sol y otras plazas del país, presumiendo de que IU era el verdadero representante del 15-M, recibió en Tetuán cumplida respuesta: «No nos representas». Y este fin de semana, desplazándose a Extremadura a retorcer el brazo de IU en esa Comunidad, para que apoyaran la investidura de Fernández Vara, acaba de demostrar que no sólo no representa al 15-M, sino que ni siquiera lo escucha: «PP, PSOE, ¡la misma m… es!». Me parece que Cayo Lara tiene que revisar un poco sus conceptos. Uno puede situarse dentro o fuera del movimiento 15-M, pero lo que no puede es estar para unas cosas y no estar para otras, según le convenga. Esa clase de manipulación de la opinión pública es uno de los aspectos que valora más negativamente el 15-M.

En cambio, decidiendo que ellos se abstienen, los de IU de Extremadura se han comportado como verdaderos indignados. ¿Que eso favorece al PP? Habrá que verlo. Dando su voto al PSOE, habrían asumido un compromiso de estabilidad con el gobierno regional, que habría atado sus manos en el futuro. Absteniéndose ellos, gobernará el PP, ciertamente; pero IU no le deberá nada. En cualquier momento, puede hacer caer a ese gobierno, si le interesa. Quizá así pueda lograr más cosas, que de la otra forma, para su electorado.

Es una nueva forma de hacer política, fuera de conceptos frentepopulistas propios de la III Internacional, ya desfasados. El 15-M está compuesto en su mayoría por jóvenes que no saben nada de eso, y ni siquiera les interesa. En repetidas ocasiones, se ha sugerido al 15-M concretar sus propuestas y convertirse en partido político. Ellos lo han rechazado. No quieren ser sino lo que son: un grupo de presión multitudinario. Otros presionan subiendo la prima de riesgo de España, o utilizando los organismos internacionales. El 15-M es el grupo de presión de los que no pueden presionar sino desde la calle. Ayer, unos políticos «a la antigua» han escuchado e interpretado a su manera el grito de la calle. Es lo que el 15-M les pide a todos los políticos. El 15-M ha llegado para quedarse y ser un factor constante de presión sobre la política nacional, como los son los mercados. Los partidos no deberían olvidarlo.

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sábado, 18 de junio de 2011

El Fondo Monetario Internacional advierte del riesgo de una recesión mundial

Agencias.-

El viernes 17, el FMI presentó la última actualización del informe World Economic Outlook («Perspectivas económicas mundiales»), que actualiza varias veces al año. La anterior fue el pasado mes de abril. El escenario elegido para la presentación fue la ciudad brasileña de Sao Paulo. Brasil es uno de los BRICs, siglas de Brasil, Rusia, India y China, considerados los cuatro países emergentes llamados a jugar un papel cada vez más importante en la economía mundial.

El tono del FMI se ha vuelto más sombrío desde abril. Aunque mantiene sus previsiones de crecimiento para la economía mundial en el 4,3% para este año y el 4,5% para 2012, los riesgos globales han aumentado. La economía japonesa se ha paralizado momentáneamente como consecuencia del terremoto y subsiguientes maremoto y desastre nuclear, acaecidos el 11 de marzo y fechas sucesivas. La economía de Estados Unidos permanece creciendo al 2,5% este año y el 2,7% el que viene, pero la predicción ha empeorado unas décimas, como consecuencia de los problemas de déficit público que amenazan con hundir al país en una crisis de deuda comparable y añadida a la europea. Por su parte, los BRIC, que siguen siendo los que crecen con mayor intensidad, empiezan a mostrar síntomas de «recalentamiento» de sus economías, que podría generar tensiones inflacionistas.

Con todo, el problema más grave lo ve el FMI en la situación de endeudamiento excesivo de ciertas economías europeas. Uno de los economistas principales del organismo internacional, el español José Viñals, llegó a decir que «se está jugando con fuego» en este asunto. El gran riesgo es que se combinen los problemas de las cuatro economías más endeudadas del mundo, que identificó como Grecia, Irlanda, Estados Unidos y Japón. Los dos primeros pueden arrastrar a otros de Europa, mientras que el problema de Japón puede crecer en importancia como consecuencia de la financiación de su esfuerzo de reconstrucción tras los desastres sufridos y la descontaminación radiactiva, y Estados Unidos depende del logro de un consenso entre los dos principales partidos, demócrata y republicano, acerca del déficit público y cómo reducirlo. En el peor escenario, que combinara una crisis generalizada de deuda en los países desarrollados e intensa inflación en las economías emergentes, una nueva recesión global, la segunda desde 2008, no podría evitarse.

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Vienna-style rollover de la deuda griega

La frase de moda en las finanzas europeas es Vienna-style rollover of the Greek debt. No me pregunten qué significa; no hablo una palabra de inglés. Me resulta más sencillo explicar de qué se trata. Es un tipo de solución a los problemas financieros de un país, alternativo a la bancarrota declarada y que se ensayó por el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea en 2009, para facilitar la estabilización de algunos países del Este europeo – Letonia y Hungría – tras el comienzo de la crisis. Consiste en que los acreedores del país en cuestión renuncien voluntariamente al cobro del principal cuando llega el momento de la redención. ¿Dónde está el problema? Básicamente, en el tipo de interés que se pacta para la renovación de la deuda. Las agencias de rating – las tres principales han sido extremadamente claras al respecto – son proclives a considerar como una verdadera quiebra todo acuerdo entre deudor y acreedores que no se pacte libremente (sobre todo, por los segundos). Si hay motivos para pensar que los acreedores han dado su brazo a torcer porque temen que de no darlo una verdadera quiebra sería inevitable, entonces las agencias de rating considerarán el asunto como una quiebra encubierta. Por otra parte, las negociaciones entre país deudor y acreedores privados suelen llevarse a cabo en un organismo llamado Club de París, que se puso en funcionamiento hace tres décadas, con ocasión de la crisis de la deuda externa de los países en vías de desarrollo (México, Brasil, Indonesia y otros, a partir de 1982). Pero está claro que en este caso las conversaciones no se podrán llevar a cabo en el Club de París, por la sencilla razón de que eso recordaría mucho a una verdadera quiebra, como las de los años ochenta. Por tanto, las negociaciones con Grecia se llevarán a cabo por la UE y el FMI; se llegará a un acuerdo respecto de los intereses (por ejemplo, Euribor más un determinado diferencial), y ese acuerdo se ofrecerá a todos los acreedores privados – principalmente, bancos de la eurozona –, que libremente aceptarán o rechazarán las condiciones pactadas. Ésta es la idea del Vienna-style rollover. Alemania se ha opuesto a esta clase de acuerdo; sin ir más lejos Wolfgang Schaüble, ministro de Finanzas de ese país, en carta fechada el pasado 8 de junio y remitida a las autoridades de la UE, el FMI, y el Banco Central Europeo, la rechazaba tajantemente. El viernes 17, la canciller Merkel la aceptó, en un intento de conciliar diferencias con el presidente francés Sarkozy.

Las razones del gobierno democristiano de Alemania para haberse opuesto a la «renovación al estilo de Viena» son claras. Hace pocos meses, la derrota electoral sufrida por el partido (CDU) en el crucial land de Baden-Wurttemberg fue explicada por las encuestas como consecuencia de dos sentimientos mayoritarios de los votantes, a saber, el rechazo de la energía nuclear tras la catástrofe de Fukushima y la certidumbre de que Alemania está ayudando financieramente – a costa de los contribuyentes – a otros países de la eurozona para preservar el interés de sus bancos. En el segundo asunto, Merkel ha tenido que pelear con dureza a diestra y siniestra. En febrero, Axel Weber, presidente del Bundesbank – banco central alemán, miembro, como el Banco de España, del Sistema Europeo de Bancos Centrales que sostiene al BCE – y candidato oficioso a sustituir a Jean-Claude Trichet al frente del BCE, se enfrentó públicamente a Merkel al defender que Alemania no tenía que ayudar a países que han demostrado carecer de la debida disciplina. Merkel le retiró de inmediato su apoyo, y Weber tuvo que dimitir de su puesto con un año de antelación al término de su mandato. Pero tras acallar esta clase de protestas, muy difundidas entre la población y también los economistas alemanes, Merkel se encontró con que había saltado de la sartén para caer en las brasas. Trichet, y con él todo el BCE y el FMI – al menos mientras Strauss-Kahn fue su gerente – han apoyado la postura opuesta: apretar las clavijas de los países deudores, pero darles sin rechistar el dinero que necesitan. El argumento es, precisamente, el riesgo que corren los bancos, acreedores de los gobiernos. Mario Draghi, gobernador del Banco de Italia, y nuevo candidato a suceder a Trichet, es de esa misma opinión. Y contra ella no ha podido de momento Merkel.

La posición de los economistas franceses está en cierto modo por encima de las trifulcas entre partidos. Sobre todo ahora que DSK ha caído en desgracia y está a la espera de juicio en Nueva York, nadie en Francia parece querer complicaciones financieras. Sarkozy menos que nadie. Con las elecciones presidenciales del año que viene ya prácticamente ganadas, lo que menos le interesa es crear la oportunidad de que los bancos franceses se vean en dificultades por la bancarrota de Grecia, de la que son los principales acreedores. Por tanto, lo que le interesa es ir tapando el problema, a ver si se resuelve solo, o al menos no estalla antes de las presidenciales francesas. Por similares motivos, aunque con expectativas electorales mucho más pobres, la posición del gobierno español es solidaria de la francesa. Recordemos que Elena Salgado fue la primera – tras el presidente del Eurogrupo, Jean- Claude Juncker – en saludar la candidatura de Draghi como favorita.

Draghi mismo, que no será presidente del BCE hasta octubre – en caso de que llegue a serlo – se la jugó en su entrevista con Merkel la tarde del pasado jueves, 16 de junio, al oponerse abiertamente al enfoque alemán y defender el Vienna-style rollover. O rectifica, o creo que nunca llegará a presidente del BCE; más bien, creo que nunca llegará a presidente del BCE. De momento ha confiado en la posición de Sarkozy. El frente Sarkozy-Trichet-Draghi, respaldado a distancia por el FMI, ha obligado a Merkel a recular. Pero la canciller aún tiene varias bazas, y sobre todo una muy fuerte, fortísima. La primera es la puesta en marcha del propio Vienna-Style rollover. Lo difícil es dar con un tipo de interés que a Grecia le dé cierta ventaja sobre acudir al mercado (donde paga intereses que van desde el 16% a diez años, hasta el 25% a dos años) y que compense a los acreedores del riesgo de que esta operación no esté más que posponiendo el problema. Yo creo que no existe ese tipo de interés. Suponiendo que me equivoque y que los expertos den con un nivel aceptable, está el problema de que unos bancos lo aceptarán y otros preferirán salir de la trampa de una vez por todas. ¿Qué actitud adoptarán las agencias de rating? Va a ser muy difícil consensuar la solución con ellas. Tras su fracaso en predecir la crisis de 2007-2008, precisamente por haber sido demasiado «políticas», llevan unos años muy puntillosas para limpiar su imagen. Si unos bancos aceptan y otros no, las agencias tendrán que decidir si penalizan a los primeros. Fitch ha venido a decir veladamente que lo hará. Y esto tendrá consecuencias, puesto que incluso un cambio de «perspectiva», de «estable» a «negativa», que no llega a ser una recalificación, no dejará sin embargo de afectar a los intereses que los inversores exigirán de los bancos cuando éstos traten de colocar sus propias emisiones en el mercado. Se ha filtrado que el Deutsche Bank – el mayor banco alemán – ya ha pactado con Merkel acudir a la renovación, casi en cualquier circunstancia, y con él lo hará la banca alemana casi en bloque. Pero ¿lo hará también la francesa?

En definitiva, tras casi año y medio de crisis de la deuda soberana, en el que se ha ensayado la fórmula de los rescates, con fracasos tan claros como el de Grecia, ahora hay un problema de credibilidad. Lo que va a ensayarse es una versión un tanto mejorada del rescate. Una solución más radical, como el alargamiento forzoso de plazos a tipos de interés de hace cinco ó diez años, que ha propuesto Alemania, tendría más credibilidad, al menos de entrada. Y ésa es una ventaja con la que cuenta Merkel. La otra es la elección formal del sucesor de Trichet al frente del BCE. Draghi ha perdido algunas de las papeletas que llevaba. Creo a Merkel muy capaz de empantanar todo el proceso de sucesión hasta salirse con la suya en el asunto de Grecia. De momento, ha dado tiempo al tiempo para ver si el Vienna-style rollover funciona, convencida en su fuero interno de que no lo hará. Yo tampoco creo que funcione. En septiembre, con una visión más clara de los resultados del intento de ahora, tendrá cartas para echar el órdago. Después de todo, Sarkozy no puede esperar tener dos «amigos» al frente del FMI (Christine Lagarde, su ministra de Asuntos Exteriores y Finanzas) y del BCE (Draghi, cuyo apoyo le ha sido clave esta semana), y Merkel ninguno. Elegida Lagarde para el FMI, Draghi se caerá de la quiniela. Entonces al presidente Zapatero no le quedará más remedio que disolver el parlamento y convocar elecciones.

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viernes, 17 de junio de 2011

La noche española de los muertos vivientes

En el clásico de terror de George Romero La noche de los muertos vivientes, producida por él mismo de forma independiente en 1968, los protagonistas se encuentran rodeados por multitudes de seres de apariencia humana que sin embargo han perdido todo rastro de humanidad. Son zombis, cadáveres andantes que devoran carne humana con apetito insaciable, convirtiendo a cada víctima en otro de su pavorosa especie. Y resulta casi imposible matarlos. Los disparos – excepto si hacen blanco directo en la cabeza – los frenan pero no los detienen. Su hambre les impulsa hacia delante con una fuerza desesperada, y cuando están ante sus víctimas muestran un gesto de desamparo que hace comprensible el horrendo crimen que están a punto de cometer.

Desde el 15 de mayo de 2011, nuestras plazas y calles se han poblado de seres que recuerdan a aquellos muertos vivientes. Al principio, parecían humanos pero se ha tardado poco en comprobar que no, que de humanos solo tienen la apariencia. Mientras los zombis de Romero apenas acertaban a pronunciar sonidos guturales, éstos articulan algo parecido al lenguaje humano. Dicen palabras y enhebran un discurso, o mejor dicho, múltiples discursos. Pero cuando uno presta atención, sus discursos resultan ser completamente absurdos, concatenación de palabras clave tomadas al azar de las crónicas políticas. Los golpes de los guardias, bien documentados por testimonios gráficos, los derriban y vapulean en el suelo pero ellos vuelven a ponerse en pie como si tal cosa, moviendo sus manitas en alto como pólipos marinos, en un tic que los caracteriza. No deben de pensar porque, si pensaran, no harían las cosas que hacen. Si los zombis del cine lo eran por la radiación emitida en catástrofes nucleares, la energía emitida por manchas solares o virus creados por el hombre para combatir el cáncer, en este caso la causa radica en que estos seres pertenecen a los dos millones de personas que pasan hambre en España, a las decenas de miles de familias que han perdido sus hogares por impago de la hipoteca, o a esa mitad de los jóvenes que no tiene trabajo y ha perdido la esperanza de tenerlo en un horizonte previsible. Quizá la falta de nutrientes o la desesperanza provocan un clic en el cerebro que hace de ellos lo que son. Uno no entiende cómo, pese a la educación para la ciudadanía, pueden hacer y decir las cosas que hacen y dicen. Acaso pertenecen a ese treinta por ciento de jóvenes que nunca termina la secundaria. Tras pasar semanas confinados en una especie de campos de concentración que ellos mismos habían organizado, acaban de levantar esos campos y ahora se dedican a perseguir a políticos, agredir a periodistas y a mostrar sus inclinaciones violentas en cuanto se juntan unas cuantas decenas; su agresividad crece si son centenares. En el fondo, son unos desamparados – como los zombis caníbales – que todavía concitan la simpatía de muchos ciudadanos, no menos ignorantes, quienes, inconscientes de que esa actitud es totalitaria y fascista, todavía creen que así se defiende la «democracia real». Se hacen llamar a sí mismos indignados, pero lo cierto es que indignan a las gentes de bien, que cumplen con su deber ciudadano votando como está mandado, y no como ellos, que violan el derecho de representación política de los demás al amenazar a cargos electos o impedir que parlamentos o consistorios se reúnan. ¿Qué pretenden? Quién lo sabe. Seguro que cosas imposibles, como que la corrupción desaparezca de la política, que la economía no esté regida por el interés de los poderosos, que los medios no manipulen, que la vida sea como se nos dijo que era hasta que empezó la crisis. ¡Pobres diablos!

Firmeza. Las cámaras nos muestran a un orangután rescatando a un pájaro que se ahogaba en un estanque. La compasión es instinto animal. Lo verdaderamente humano es la firmeza.

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jueves, 16 de junio de 2011

Previsible reestructuración de la deuda griega

En el pulso que mantienen Alemania y el Banco Central Europeo, no es lógico que este último se salga con la suya y evite la reestructuración de la deuda griega indefinidamente. De ocurrir esto último, desaparecería todo rastro de representación democrática en las decisiones de política económica de la Unión Europea. Yo tengo mis diferencias con la señora Merkel, pero ha sido elegida por el pueblo alemán, que, no siendo la totalidad del pueblo europeo, al menos es un parte. Jean Claude Trichet sólo representa a un puñado de plutócratas. Además, Merkel tiene consigo el factor tiempo. Podrá ceder en los pagos parciales a Grecia en julio y agosto, pero tiene la infalible baza de vetar al sucesor de Trichet si no apoya la posición alemana en esta crucial cuestión. Ya se ha entrevistado con Draghi.

Según datos del Banco de Pagos Internacionales (BIS) de Basilea, Grecia debía, a fines de 2010, 54.196 millones de dólares por concepto de deuda soberana a inversores extranjeros, de ellos 14.960 millones a Francia, 22.651 millones a Alemania, 3.408 millones al Reino Unido y 540 millones a España. La reestructuración de esa deuda no puede equivaler a la pérdida de todo el principal. De modo que el quebranto que sufrirán los acreedores – en su mayoría bancos – ha de ser limitado. La puesta de los bancos franceses en revisión por Moody’s y Fitch a lo largo del día de ayer, sin mención alguna de los alemanes, considerablemente más expuestos, muestra que ambas agencias han decidido tomar posiciones (opuestas) en el debate con objeto de influir sobre la postura de Francia en el mismo. España respalda al BCE. Me gustaría creer que hay en ello algo más que el papanatismo de creer que en el BCE están los mejores economistas de Europa. Conozco a alguno, y no es tan bueno.

Hay dos problemas más serios que el quebranto que se puede esperar en Europa de la reestructuración de la deuda griega. Uno es la exposición de los bancos griegos a la deuda soberana de su país, estimada por el BIS en 159.100 millones de dólares. Ese volumen, repartido entre ocho bancos, puede llevar a la quiebra de todos ellos. A su vez, el BIS estima que la exposición de los bancos europeos a la banca griega asciende a 136.317 millones de dólares, de ellos 56.740 millones corresponden a bancos franceses, 33.974 a bancos alemanes, 14.060 millones a bancos británicos y 974 millones a bancos españoles. Estas cifras son apreciablemente superiores a las de la deuda soberana, y añadidas a ella podrían suponer un quebranto ciertamente considerable para la banca europea. Una solución a este problema, ya planteada meses atrás, consistiría en la conversión de deuda bancaria griega en capital extranjero. La privatización de activos públicos, actualmente en estudio, podría ser menos eficiente que la venta de la banca griega a los bancos extranjeros que sean sus mayores acreedores. En todo caso, el préstamo de 90.000 millones de euros que se debate ahora no hará más que demorar tres años la resolución de este problema, que nos esperará, acrecentado como una bola de nieve, al término de ese plazo.

El segundo problema es la inversión que ya ha realizado el propio BCE en bonos griegos, inversión que podría rondar los 70.000 millones de euros a precios medios del último semestre, lo que casi podría ser el doble de esa cifra a precios nominales. La banca europea, en efecto, ha aprovechado el programa de compra de bonos por el BCE en el mercado abierto para deshacerse de la mayor parte de su cartera de deuda soberana de Grecia. Si Grecia reestructurara, el quebranto del BCE podría ser considerablemente mayor que el de la banca privada de todo el Continente. Podría, pero no tiene necesariamente que serlo. El BCE ha adquirido la deuda griega con un considerable descuento, y todavía podría recoger sustanciosos beneficios si la quita asociada a la reestructuración fuera menor que el descuento con que él la ha adquirido. Sospecho que el BCE no está haciendo otra cosa que negociar con Alemania una quita que le resulte beneficiosa. De ahí mi convencimiento de que el BCE terminará por ceder a la tesis alemana, con tal de que se le garantice suficiente compensación y los bancos alemanes acepten la conversión en capital de sus créditos sobre la banca griega.

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miércoles, 15 de junio de 2011

La imparable ascensión de los tipos de interés de la deuda soberana de España

Ayer, el Tesoro Público subastó Letras a 12 y 18 meses. Pese al triunfalismo oficial y de ciertos medios, la dura realidad es que ambas emisiones tendrán que pagar intereses más elevados que las del mes pasado: 2,695% frente a 2,546% en Letras a 12 meses, y 3,260% frente a 3,095% en Letras a 18 meses. ¿Que se nos quiere hacer creer que la subida es sólo ligera puesto que, con la que está cayendo, era de temerse una subida mucho mayor? ¿Y qué quieren que yo les diga? El que no se consuela es porque no quiere.

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martes, 14 de junio de 2011

Por qué sube la prima de riesgo de España

Nadie parece estar haciéndose las preguntas correctas, y de ahí que las respuestas estén siendo disparatadas. Tenemos al gobierno defendiendo a capa y espada una reforma laboral posiblemente inconstitucional, que no dice ni fu ni fa a los mercados. Y a todo el país debatiendo la bizantina cuestión – a los efectos económicos – de si habrá o no habrá elecciones anticipadas. El Banco Central Europeo y el gobierno alemán continúan forcejeando acerca de si debe haber reestructuración de la deuda griega. Signos de agotamiento llegan de Estados Unidos. La prima de riesgo española alcanzó ayer los 260 puntos básicos, como en los aciagos días de enero, antes de que China anunciara que iba a invertir a base de bien en deuda soberana de España. La Bolsa cae y se mantiene por debajo de 10.000 puntos. Algunas empresas españolas retrasan su salida a Bolsa, dada la mala situación que atraviesan los mercados.

Y nadie parece reparar en el problema crucial. Toda la reforma bancaria acordada a principios de año, y tan trabajosamente llevada a término durante estos meses, depende crucialmente de un hecho, a saber, la salida de Bankia a Bolsa. El proyecto está tratando de colocar la emisión que debe cubrir el capital principal que le falta, con un descuento del 35 por ciento de su valor en libros. Y las cosas no pintan bien del todo. Éste es probablemente el peor momento para una salida a Bolsa. ¿Qué pasaría si la operación fracasara? Me temo que eso, exactamente, es lo que se están preguntando los mercados.

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lunes, 13 de junio de 2011

El extraño caso de la CAM

Hace pocas semanas, la Caja de Ahorros del Mediteráneo era el patito feo del sistema bancario español. Rechazada por Banco Base – la fusión de Cajastur y las Cajas de Cantabria y Extremadura – la CAM estaba prácticamente desahuciada por el Banco de España, que no encontraba inversor dispuesto a enterrar su dinero en ella. Las alternativas eran proporcionarle 2.800 millones de euros, a cargo del FROB, para que el consejo de administración siguiera haciendo de las suyas, o correr el riesgo de un efecto dominó sobre el conjunto de las entidades de depósitos al tratar de liquidarla. Y ahora, de repente, no sólo Barclays Capital – banco de inversión del Grupo Barclays – manifiesta insistente interés en adquirirla sino que también estaría interesado en ella un misterioso fondo de capital-riesgo del que se sabe poco más que sería estadounidense.

La apuesta de Barclays está suficientemente documentada. El 24 de mayo, dos días después de las pasadas elecciones, Bob Diamond, el máximo ejecutivo del Grupo Barclays, se entrevistó con Zapatero en La Moncloa. El 29 de mayo, el Sunday Times publicó la noticia, añadiendo que Diamond había mostrado interés en alguna de las Cajas en peor situación, aunque sin mencionar ninguna en concreto. Después de verse con Zapatero, se habría reunido con Salgado y con Campa, a quienes solicitó garantías contra eventuales pérdidas de su futura inversión, análogas a las otorgadas a BBK al hacerse con CajaSur, a lo que no se mostró receptivo el gobierno. El 30 de mayo, Cinco Días se hizo eco de la información del dominical británico y publicó además una foto del encuentro con Zapatero. El 1 de junio, El Confidencial Digital mencionó por primera vez a la CAM como objeto de la apuesta de Barclays; el medio no explicaba con claridad si una fuente fidedigna respaldaba la teoría, o si ésta era una deducción hecha a partir del fichaje de Pedro Solbes como miembro del consejo de su filial española. El 7 de junio, el mucho más difundido El Confidencial daba por seguro que la CAM era la favorita de Barclays y ese mismo día Barclays declaró públicamente en Nueva York su interés por invertir en España. Aunque seguía sin mencionar explícitamente a la CAM, numerosos medios españoles y británicos, incluso el Wall Street Journal al otro lado del Atlántico, dieron por hecho que la apuesta era por la CAM. Desde entonces, han proliferado los análisis. Evolution Securities, que pasa por ser el mayor experto en Barclays, ha llegado a aconsejar la venta de acciones de éste grupo internacional, tras analizar los problemas que absorber a la CAM supondrá para sus resultados en el presente ejercicio y quizá los siguientes. Su hipótesis es Barclays tendrá que invertir entre 4.000 y 5.000 millones de euros para recapitalizar conjuntamente a Barclays España y a la CAM. Y eso ocurre en un momento en que Barclays no anda sobrado de liquidez, no sólo por las pérdidas que está registrando en España sino también porque un tribunal de Nueva York ha condenado a Barclays Capital a pagar 1.000 millones de dólares a los antiguos propietarios de Lehman Brothers. Barclays ha anunciado que recurrirá la sentencia.

En medio de este panorama, y a tres semanas de finalizar el plazo para que las Cajas obtengan financiación privada con que empezar a operar como bancos, ABC se descolgó el 10 de junio con la noticia – de la que de inmediato se hizo eco Bloomberg – de que los actuales consejeros de la CAM tienen muy avanzadas las negociaciones con un fondo de capital-riesgo estadounidense (que Reuters especula con que podría ser Carlyle o JC Flowers). La operación en estudio, tal y como la describe ABC, consistiría en que el hipotético inversor invertiría alrededor de 1.000 millones de euros para adquirir unos 2.200 millones en cuotas participativas (es decir, con un 55% de descuento). Como en la actualidad hay únicamente 122 millones en cuotas participativas, habría que emitir más de 2.000 millones adicionales. Los responsables de la situación salvarían al menos una parte del producto de las stock options con que se han venido recompensando a sí mismos desde que la CAM empezó a emitir cuotas participativas.

El problema de la operación es que los 1.000 millones de euros del capital-riesgo a la expectativa no son los 2.800 millones solicitados por la CAM al FROB. Por eso los actuales consejeros porfían por obtener un préstamo – ya no una inversión en capital – del FROB con que hacer frente a las exigencias de capitalización. El Banco de España parece no estar por la labor. Y por buenas razones. Después de todo, el esquema propuesto no sería más que una trampa para guardar las apariencias de recapitalización, sin satisfacer realmente ésta. Pero para los actuales consejeros, la maniobra de diversión es clave. De sobra saben que, en una operación acordada por las alturas, ellos se verían laminados entre el BdE y Barclays, y el valor de sus cuotas participativas se desplomaría a cero. Las sorprendentes revelaciones hechas el viernes a ABC querrían así a contrarrestar la ofensiva mediática de Barclays.

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viernes, 10 de junio de 2011

Reforma de la negociación colectiva

La negociación colectiva es una conquista de la socialdemocracia. El pensamiento liberal la verá siempre como un elemento de «rigidez» en el mercado de trabajo, y a la negociación individual del empresario con el trabajador como la solución óptima. Desde luego, nada de fijar el salario y las condiciones de trabajo a un año vista. El modelo manchesteriano de pagar cada día lo adecuado a las condiciones del mercado – precio de las materias primas, precio de la energía y precio del producto – ese día, «y si no te gusta, no te molestes en volver mañana», puede resultar disfuncional hoy en día (aunque no tanto, si tenemos en cuenta las posibilidades que ofrece la informática), de modo que el liberal podría convenir en que una transacción aceptable sería que el empresario decidiera, no sólo qué debe hacer el empleado (= flexibilidad interna) sino también cuánto debe cobrar (= ajuste del salario a la productividad) mes a mes. La negociación colectiva, que fija obligaciones y salario por un periodo relativamente largo de tiempo, no puede ser, por tanto, más disfuncional al proyecto liberal.

Ciertos empresarios – no todos, desde luego – aceptan de buena gana la negociación colectiva. Y pueden hacerlo bajo la influencia de la doctrina social de la Iglesia, los principios religiosos en general o el simple humanismo, que vea en el trabajador antes a la persona que a la mercancía fuerza de trabajo. Eso se llama economía social de mercado, concepto de raíz democristiana que es enteramente complementario de la socialdemocracia. (Véase, al respecto, la entrada “El modelo alemán”, haciendo clic en la etiqueta ‘socialdemocracia’). No todos los empresarios españoles encajan en ese grupo, como digo; ni tampoco todos los empresarios con creencias religiosas, ni siquiera todos los católicos. Dentro del cristianismo e incluso del catolicismo, hay sectas que opinan que el libre mercado es un regalo de Dios a los hombres y que su advertencia a Adán fue: «Ganarás el pan con el sudor de tu frente y obtendrás la oportunidad de ganarlo en el libre mercado», aunque la Biblia no recoja la última parte. Y si el libre mercado – contra lo proclamado por el papa León XIII en la encíclica De rerum novarum – es un regalo de Dios, cualquier interferencia en su funcionamiento es pura soberbia humana condenada al fracaso. Gran parte de los problemas de la negociación colectiva en España proceden de la división de la patronal española entre liberales y democristianos. Generalmente, los primeros llevan la voz cantante.

Con una patronal escorada ideológicamente contra la negociación colectiva, no debe sorprender el fracaso del diálogo social para su reforma. Los empresarios saben que los sindicatos no aceptarán de buen grado ninguna reforma que debilite la negociación colectiva, y a ellos no les interesa ninguna que la fortalezca. A la vista del desencuentro entre los agentes económico-sociales, el gobierno ha ensayado una transaccional que profundizará la segmentación del mercado de trabajo.

Los empresarios se quejan del mantenimiento de la ultraactividad y de la falta de flexibilidad interna. Lo primero – como he señalado en alguna ocasión – es peregrino. La ultraactividad protege al débil en la negociación; suprimirla presupone, sencillamente, imponer la ley del más fuerte. La insistencia de los empresarios en ella sólo significa que ellos se creen ahora los más fuertes. En cuanto a la flexibilidad interna, el gobierno la ha concedido al cien por cien, y también el ajuste de los salarios a la productividad, en las empresas que emplean trabajo precario, que es el que realmente importa al gobierno a efectos de la creación de puestos de trabajo.

La clave de la reforma estriba en la preeminencia de los convenios de empresa sobre los convenios de sector, y principalmente los provinciales. El cambio es monumental. Hasta ahora, si uno quería crear una empresa, aparte de otros requisitos legales, tenía que leerse el convenio sectorial y calcular si los números le salían con los salarios allí estipulados. Ahora, podrá pedir trabajadores a la oficina de colocación y, en la entrevista, aclarar: «En esta empresa va a haber un convenio que fija la remuneración del trabajo en el salario mínimo y las categorías profesionales en una sola: chico/chica para todo. ¿Lo firmas? ¿Sí? Tienes trabajo. ¿No? El siguiente». Nada cuesta pronosticar que esta reforma ahondará las diferencias entre los dos segmentos básicos del mercado laboral, un segmento de asalariados con garantías y otro de «trabajo precario», sin ellas; y dejará sin negociación colectiva efectiva al segmento precario, hasta ahora con contratos temporales y desde ahora también a salario mínimo y con total polivalencia. A estos efectos, la reforma en curso se equipara a la de 1984, que prescindió de la causalidad en los contratos temporales e inició la segmentación del mercado laboral.

Hace un par de meses, califiqué la reforma laboral de «diversión irrelevante en el largo plazo». Reconozco que me precipité. Esta reforma podrá crear empleo neto en el largo plazo, aunque los efectos a corto y medio plazo, dada la previsible conversión de trabajo con garantías en trabajo precario, es incierto. Hay otro importante efecto que será perceptible incluso en el corto plazo: una intensa transferencia de recursos desde las rentas del trabajo a las del empresariado. Teniendo en cuenta cuál es la renta media declarada por los empresarios, cualquiera se puede hacer una idea de lo que esto supondrá para el déficit público.

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Reforma bancaria en el Reino Unido

El pasado miércoles por la tarde, un comité del parlamento británico se entrevistó con los máximos ejecutivos de los cuatro mayores bancos del país (RBS, HSBC, Barclays y Lloyds), con objeto de conocer su opinión sobre una reforma bancaria que está en estudio. La reforma consistiría en separar la banca de depósitos de la banca de inversión, de modo que aquélla quede a salvo de los riesgos que pueda correr ésta en sus operaciones especulativas. Puede sonar pretencioso, pero esto es exactamente lo que vengo proponiendo desde hace meses: terminar con la banca universal. (Por ejemplo, aquí y aquí).

Dos de los grandes banqueros han prometido los mayores desastres financieros si la reforma se lleva a cabo. No ha trascendido la declaración de los otros dos.

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jueves, 9 de junio de 2011

Un comprador para la CAM

Es noticia de ayer. Barclays se apresta a quedarse con la Caja de Ahorros del Mediterráneo. Sí, no se queden boquiabiertos. Así es como los tipos listos hacen las cosas, sacando provecho de las dificultades.

Les refrescaré la memoria. Desde el 10 de marzo, la legislación vigente en España exige requisitos de capital principal, según definición del convenio internacional Basilea III (lo que es un asunto técnico con el que no les aburriré ahora), del 8 por ciento para los bancos y del 10 por ciento para las Cajas de Ahorros. Las entidades que no llegaran a ese mínimo disponían de 15 días laborables para presentar estrategia y calendario de recapitalización; si la estrategia incluía recursos del Fondo de Reestructuración Ordenada de la Banca (FROB), deberían además presentar un plan en 30 días. El plazo terminó el 14 de abril. Cuatro bancos (uno de ellos, Barclays) y siete grupos de Cajas quedaron sometidos a la exigencia de recapitalización. Un octavo grupo de Cajas (Cajastur, Cantabria, Extremadura y la CAM), que se había propuesto presentar estrategia, calendario y plan conjuntamente, no lo hizo en plazo, por estimar a última hora las otras tres Cajas que la situación de la CAM era insostenible. La CAM presentó a deshora su propio plan, que no era otra cosa que un ejercicio de mendicidad financiera, ¡por la bagatela de 2.800 millones de euros! Desde entonces, el Banco de España ha estado buscando quien se quiera hacer cargo de la CAM, con objeto de dejar fuera del negocio – es de esperar que para siempre, aunque nunca se sabe, visto lo visto en Nueva Rumasa – a los administradores actuales, que estuvieron pagándose bonuses millonarios mientras la entidad se descapitalizaba.

Como digo, acaba de aparecer comprador. Nada menos que uno de los bancos necesitados de recapitalización. Intrigante coincidencia, ¿verdad? La clave está en un nombre: Bob Diamond. Barclays Bank, S.A. no es un banco como otro cualquiera. Es la filial española del grupo internacional Barclays, en el que Diamond es CEO (chief executive officer, o sea, «the boss», el gran jefe). Diamond es famoso en medios financieros mundiales por haber aconsejado, cuando sólo era director de inversiones de Barclays, la compra a precio de saldo de Lehman Brothers, cuarto banco de inversión del mundo y cuya quiebra, el 15 de septiembre de 2008, acarreó el colapso de los mercados interbancarios a escala global y el comienzo oficial de la crisis. La adquisición de LB abrió a Barclays la puerta grande de Wall Street y le facilitó convertirse en uno de los jugadores globales. Gracias a la jugada, Diamond escaló a la jefatura suprema de Barclays. Y ahora este talento de las finanzas ha puesto sus astutos ojos en la CAM. Hace un mes Diamond se entrevistó en secreto con Zapatero y entonces cerraron la operación.

La pregunta del millón no es si Diamond logrará del FROB hasta el último euro que estime necesario para recapitalizar la CAM, que por descontado. La pregunta del millón de euros es si, además de eso, Barclays tendrá que poner un solo euro de los 552 millones que necesita para recapitalizar su filial española, o si esa cifra íntegra saldrá igualmente de las arcas del FROB. Pronto lo sabremos.

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miércoles, 8 de junio de 2011

Problemas de una zona monetaria sub-óptima

Como he señalado en alguna otra ocasión, los mecanismos de ajuste en una zona monetaria óptima, frente al aumento del desempleo en una región de la misma, son tres. Primero, transferencias de recursos desde las regiones con desempleo bajo a la región con desempleo alto, en previsión de que la situación sea meramente transitoria. Segundo, reducción del nivel general de precios de la región con desempleo alto comparativamente a los de las regiones con desempleo bajo, lograda a base de reducir el nivel general de salarios de la primera; algunas veces, a esto se le llama devaluación interna, por contraste con la devaluación externa, lograda por simple modificación del tipo de cambio (que en una zona monetaria no puede cambiar). Tercero, emigración de mano de obra desde la región con desempleo alto a las regiones con desempleo bajo. En la Unión Monetaria Europea, o sea, en la zona euro, han fracasado los tres mecanismos. No hay transferencias comunitarias previstas por ese motivo, los salarios han resultado ser – previsiblemente – rígidos a la baja y la emigración encuentra barreras idiomáticas y culturales muy fuertes.

Sin embargo, las transferencias se han efectuado. Sólo que no han sido transferencias desde la Unión Europea sino desde los gobiernos nacionales. En un famoso artículo escrito en 1948 (A Monetary and Fiscal Framework for Economic Stability: «Un marco monetario y fiscal para la estabilidad económica») del que nunca renegó, Milton Friedman reconoció que el aumento del déficit público, cuando se reducen los ingresos públicos por aumento del desempleo mientras se mantiene temporalmente el gasto público, es un estabilizador automático (en su terminología, built-in), la clase de estabilizadores que él consideraba «buenos». Yo diría, más bien, que inevitables. E, inevitablemente, los países de la zona euro que más han visto crecer el desempleo en esta crisis han registrado importantes aumentos del déficit público en la primera fase de la crisis, mientras se mantuvo la esperanza de una pronta recuperación y el propio Fondo Monetario Internacional abogaba por estímulos fiscales. El quid de una zona monetaria óptima es que la importancia del déficit colectivo habría sido mucho menor, al repartirse entre todos los países en vez de concentrarse en los más débiles, siendo exactamente esto último lo ocurrido en la zona euro.

En cuanto a la necesaria devaluación interna cuando la crisis se prolonga, no tiene por qué ofrecer particulares dificultades – desde un punto de vista estrictamente económico – en una zona monetaria óptima; puede haber ciertas diferencias entre el modelo liberal y modelo socialdemócrata, pero a los efectos que ahora trato no son importantes. Una zona monetaria sub-óptima es harina de otro costal. En relación con la deuda externa, y la deuda pública en parte es externa (en España, por ejemplo, es externa la mitad), la reducción de precios actúa como el ajuste cambiario, es decir, encarece el pago de la deuda externa. Lo más importante de todo es que lo encarece también para el gobierno. Al reducirse los precios y salarios expresados en la moneda común, se reduce igualmente la recaudación tributaria expresada en moneda común, con lo que la cancelación de la deuda pública se aleja en el tiempo. Ese problema no existiría de haber habido transferencias comunitarias en el momento en que debería haberlas habido. Y se trata de un problema, a ojos vista, que disminuye los incentivos del gobierno para afrontar el duro conflicto social que toda reducción de salarios comporta. No es extraño que no deje de oírse el runrún de la salida de Grecia del euro. Después de todo, si la única solución que les queda es la devaluación interna, con su nivel de endeudamiento, casi tanto les da igual como les da lo mismo.

La emigración está funcionando un poco, pero de manera perversa. Ni griegos ni portugueses ni españoles – por citar los países con mayor desempleo – se mueven. Únicamente los irlandeses parecen dispuestos a hacerlo. Pero en vez de emigrar a los países centrales de la UE, donde hay oportunidades de empleo, prefieren hacerlo a Australia y otros países donde se habla inglés y hay una nutrida colonia de descendientes de irlandeses emigrados en el siglo XIX y a comienzos del XX.

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martes, 7 de junio de 2011

Propuestas económicas del Movimiento 15-M

Los «indignados» han hecho pública una lista de reivindicaciones en materia económica. La lista incluye desde puntos que ya son una realidad (11. CRÉDITO PÚBLICO (ICO) PARA LAS PYMES) hasta verdaderas utopías (16. IMPLANTACIÓN DE UN SISTEMA DE IMPUESTOS GLOBAL ORIENTADO QUE GARANTICE UNA REDISTRIBUCIÓN PROGRESIVA DE LOS RECURSOS A NIVEL GLOBAL), pasando por el sometimiento a referéndum de casi cualquier decisión importante en materia económica. Tiene, como el resto de actuaciones del Movimiento, el valor testimonial de denuncia.

El Movimiento 15-M es ya algo con lo que tendrá que convivir cualquier gobierno, de izquierda, centro o derecha, que pueda haber en España. Como también lo es la aparición en la escena política de una importante fracción de la juventud que ha apostado, en las pasadas elecciones, por el modelo de gobierno favorable a empresas y empresarios, que representa el Partido Popular. Son dos tipos de juventud enteramente distintos. Hará mal cualquier gobierno en olvidar la existencia de un grupo para favorecer exclusivamente al otro. La idea de Rajoy de contar con un millón de empresarios, a partir del 45 por ciento de jóvenes desempleados, es un desiderátum. No se es empresario por obligación sino por vocación, vocación consistente en la capacidad para y el gusto por asumir riesgos, combinados con el deseo de crear empleo y riqueza. No todo el mundo vale para eso, y no se le puede obligar. Si hace falta vocación y ciertas cualidades para ser empresario, las exigencias para ser asalariado son menos estrictas. Se es asalariado por defecto. O dicho de otra forma: se es empresario cuando se vive para trabajar y asalariado cuando se trabaja para vivir. A estas alturas de la historia, las condiciones de legitimación del capitalismo incluyen la responsabilidad de emplear a todo el que quiere obtener un puesto de trabajo asalariado. El Movimiento 15-M representa a quienes desean un empleo asalariado y el capitalismo no se lo está ofreciendo. Recordarnos eso es el valor de su denuncia.


Después de publicadas las anteriores líneas, escucho a Borja Sémper, secretario general del PP de Guipúzcoa, entrevistado en los Desayunos de TVE, decir que el Movimiento 15-M es algo mucho más importante que una mera acampada, que es una denuncia ciudadana de la corrupción y una exigencia de honestidad en los gestores públicos que atañe a todos los partidos. Son palabras de un político; las mías, de un economista.

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lunes, 6 de junio de 2011

La locomotora norteamericana pierde fuerza

Este lunes los mercados abrirán con el jarro de agua fría que les cayó encima el viernes. Se esperaban las cifras de empleo y paro de Estados Unidos, y se esperaba un fuerte crecimiento del primero y una reducción del segundo. El empleo ha crecido, pero mucho menos - apenas un tercio - de lo esperado; ni siquiera ha sido suficiente para contrarrestar el aumento de la población activa, con lo que la tasa de paro ha subido al 9,1 por ciento. En conjunto, son las peores cifras en ocho meses. Ahora los analistas discuten si se trata del resultado de la actuación de factores temporales (subida de los precios del petróleo y efectos negativos de la crisis de Japón) o, por el contrario, de que EE.UU. está volviendo a caer en recesión. Yo añadiría la siguiente perspectiva: el plan de gasto público extraordinario, por importe de 600.000 millones de dólares, toca a su fin y los empleadores ajustan sus expectativas al nuevo entorno en que se habrán de mover, previsiblemente de consolidación fiscal tras la revisión a la baja de la deuda estadounidense, anticipada por Standard & Poor’s para algún momento dentro de los próximos dos años.

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viernes, 3 de junio de 2011

«Seguro que España no tendrá que ser rescatada»

Estas palabras se las he oído pronunciar al presidente del gobierno en una entrevista en Radio Nacional de España, ayer por la mañana. En breve, los mercados podrían opinar de otra forma. La prima de riesgo de nuestra deuda no ha bajado en diez días de 230 puntos básicos en el bono a diez años. Para que los lectores lo entiendan, una prima de riesgo de tal magnitud significa que el mercado secundario de nuestra deuda soberana descuenta una probabilidad del 11 por ciento de que España vaya a la bancarrota. Es una cifra relativamente baja. En el caso de Grecia, con una prima de riesgo que ha rondado el 1300 por ciento, esa probabilidad asciende al 44 por ciento. Por tanto, venimos a estar cuatro veces mejor que Grecia, o Grecia está cuatro veces peor que nosotros, porque ésa es la diferencia que va de 11 a 44. Con arreglo al mismo patrón, Irlanda está en el 33 por ciento (tres veces peor) y Portugal en el 28 por ciento (más del doble peor). Pero no hay motivos para la complacencia.

Hay dos factores que podrían alterar estas expectativas, uno externo y otro interno. El externo es el posible contagio. Por dos vías: la primera es una profundización de la crisis en los países ya afectados; la segunda, la suma de nuevos países, distintos de España. Frente a lo primero, la estrategia de la UE y la zona euro empieza a dar ciertos frutos, después de un año de infarto. Si se confirma el segundo rescate de Grecia, las señales que se envía al mercado son claras: la UE puede volver a rescatar, si hace falta, a cualquiera de las tres economías que están en la UCI, con lo que no tiene sentido especular a corto plazo con la bancarrota de ninguna. A medio plazo, el elemento dinámico es que alguna de ellas o las tres continúen empeorando. Eso podría ocurrir en el caso de Grecia, aunque parece más difícil en el caso de Irlanda; el rescate de Portugal es demasiado reciente como para formular un juicio al respecto. En todo caso, que el futuro se encargue de sus problemas. Lo que es evidente es que la UE y la zona euro van a tener que convivir bastante tiempo con tipos de interés del benchmark superiores al 10 por ciento anual para algunos de sus miembros. La esperanza es escapar de la trampa poco a poco.

Por lo que se refiere a la posibilidad de que se sumen a la crisis nuevos países, distintos de España, el principal sospechoso es Italia. Recientemente, la agencia de calificación de riesgos crediticios Standard & Poors ha puesto a la deuda soberana de Italia en «perspectiva negativa», significando que hay una probabilidad entre tres de que se tenga de degradar su calificación desde A+, donde está ahora, a algún nivel inferior. Pero estoy con Krugman – que lo manifestó hace una semana – que el riesgo de un contagio de Italia antes de que se contagie España es poco importante. Está claro que España es el «cortafuegos» que ha levantado la UE, y mientras España aguante no es probable que otros países se vean involucrados.

El factor de dinamismo interno es menos evidente; se mantiene en la penumbra, por así decirlo. En realidad, nosotros no tenemos un problema serio de deuda pública. Nuestra deuda es el 70 por ciento del PIB, y será del 80 por ciento, o poco más, tras los ejercicios presupuestarios de 2011 y 2012. Eso está por debajo de la media comunitaria. Entonces, ¿a qué tanto alboroto? El problema está en la deuda privada. Una parte de esa deuda es crédito promotor y préstamos hipotecarios para la adquisición de vivienda residencial, herencia del modelo del ladrillo. Una parte, no excesiva, en torno al 6 por ciento, de esa deuda es morosa, pero el mercado sospecha – y con razón – que el crédito difícil de recuperar es bastante superior. Si es así el sector bancario se enfrenta a un serio problema de solvencia, problema que es tanto más preocupante cuanto que ese sector está fuertemente endeudado con el resto del mundo; por encima del billón de euros, es decir, aproximadamente el 100 por cien del PIB español. Y lo que es peor, el endeudamiento exterior del sector bancario ha crecido muy rápidamente, y posiblemente lo continúa haciendo, quizá a razón del 10 por ciento cada trimestre. Al menos eso es lo que se desprende de la comparación de los datos suministrados por el Banco Internacional de Pagos, de Basilea, para el segundo y el tercer trimestres de 2010, últimos publicados.

El gobierno ha afrontado el problema obligando a una sobrecapitalización del sector bancario. Eso no está mal, pero vengo sosteniendo que, con una banca universal como la que tenemos, dada la amalgama de riesgos que le es característica, que convierte a las instituciones en verdaderas cajas negras para el mercado, eso no será suficiente. En unas semanas, habrá nuevas «pruebas de esfuerzo» para las entidades, que realizará la UE; y los resultados seguramente serán muy favorables, como lo fueron el año anterior. En mi opinión, esas pruebas no valen para nada, pues el mercado desconfía de ellas como «simulaciones de laboratorio», que es lo que realmente son. La verdadera prueba vendrá en septiembre, cuando concluya el plazo dado por el gobierno para la recapitalización bancaria. Entonces debería reducirse considerablemente la prima de riesgo de la deuda soberana española. Mucho me temo que no lo hará. Si no lo hace, entraremos en una nueva fase de la crisis. Y la UE tendrá que disponer estrategias de recapitalización, suplementarias a las de los estados miembros. El rescate será inevitable.

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jueves, 2 de junio de 2011

La política de poder del siglo XXI

La verdadera política de poder del siglo XXI es económica y financiera, la que intenta practicar Alemania. Observen el contraste que se percibe en la guerra de Libia. Allí, nos hemos metido el Reino Unido, Francia, Italia y España, embistiendo cual mihuras para hundirnos hasta las cejas en una guerra por derrocar a Gadafi, que calificamos de «humanitaria», como si alguna guerra pudiera serlo. Es pura power politics, política de poder en la cuenca mediterránea. En cambio, Alemania ha rehusado meterse. ¿No les llama la atención? Semejante despliegue de poder, que tanto gusta al Reino Unido (vean si no: las Malvinas, la primera Guerra del Golfo, la guerra de Afganistán, la guerra de Irak y ahora la guerra de Libia: cinco guerras importantes en menos de treinta años) y a Francia, y a España (a la que gusta cualquier cosa en la que se pueda figurar aunque no alcance a entender las consecuencias), mucho menos a Italia, que se sumó tarde a la coalición, está sencillamente anticuado, en opinión de Alemania. Yo también soy de esa opinión. La política de poder del siglo XXI será económica y financiera, o no será de poder en absoluto. La guerra de Libia terminará siendo un despilfarro y algo muy próximo al ridículo. Incluso si terminara con éxito para los europeos – nosotros – no nos hará ganar un ápice del poder global que está en juego en el mundo de la economía y las finanzas. ¡Ah! Se me olvidaba que nuestro interés es puramente humanitario.

Y no es que yo esté por la política de poder. Hace dieciocho meses, en noviembre de 2009, cuando la Unión Europea viró de los estímulos fiscales a la consolidación fiscal, yo habría continuado monetizando el déficit público de los países de la UE, mediante su compra por el Banco Central Europeo; lo dije en cuantas ocasiones se me dio oportunidad de decirlo. Y hubiera preferido la monetización porque prefiero más empleo y más pensiones y más bienestar a cualquier parte alícuota del poder mundial. El poder mundial me trae al pairo. La gente es lo que me importa. Pero entonces Europa, y España durante el semestre de su presidencia, apostaron por un euro fuerte en lugar de uno débil, y utilizar esa fortaleza como principal recurso en la política de poder. Y el medio fue la consolidación fiscal. Es así de sencillo.

Pero la historia cuenta. Ahora, dieciocho meses después, no hay fácil vuelta atrás. Si yo dijera que todavía es factible monetizar el déficit, sin poner en mayor riesgo al euro, mentiría. No creo que nadie me hiciera ningún caso porque la cosa es demasiado evidente como para ignorarla. No se puede decir: «borrón y cuenta nueva». Se ha arriesgado ya mucho, se ha llegado demasiado lejos como para que un repentino giro de nuevo hacia los estímulos fiscales, con monetización incluida, dejara de percibirse por los mercados como un signo de debilidad; los días de la moneda común estarían contados y serían pocos. No es que enloquezca por la moneda común, a decir verdad. Hoy me considero más un euroescéptico que un eurocreyente. (¡Anatema, anatema!). Lo que más me preocupa es, como he dicho hace poco, de qué forma podríamos devolver una deuda en euros que aumentaría en términos de paridad adquisitiva en cuanto retornáramos a una peseta inevitablemente devaluada. Y tampoco llego al extremo de los «indignados», que estos días de atrás aplaudían a rabiar la decisión islandesa de no devolver la deuda que tenían contraída con el exterior a través de sus bancos. Negarse a hacer honor a los compromisos adquiridos me parece de una cara dura increíble en el país que en 2007 era considerado por la ONU como el más rico del mundo, precisamente porque llegó a disfrutar de ese privilegiado nivel de vida gracias al dinero que le prestaron los demás. Que la cosa no durara eternamente no es como para decir que lo correcto no es pagar por ello sino dejar que paguen otros. ¡Gorrones! Eso es lo que es Islandia: un país de gorrones.

[Nota: Este artículo forma parte de una serie titulada Crisis de deuda soberana. Si se perdió las entregas anteriores, sólo tiene que hacer clic abajo, en la etiqueta, para tener la serie entera en una misma pantalla; las entradas más antiguas se encuentran abajo.]

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miércoles, 1 de junio de 2011

«Demasiado grande para quebrar»

Ignis, una empresa británica de servicios financieros, que gestiona inversiones por importe de 76.000 millones de libras, ó unos 87.000 millones de euros al cambio de ayer, o sea, más que lo que recibió Irlanda en concepto de rescate financiero de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, acaba de hacer lo que considero el análisis final de la crisis financiera de España. Por primera vez, un analista e importante operador británico no pierde el tiempo con estupideces como que la idiosincrasia latina resulta incompatible con la disciplina económica y financiera.

Según Ignis, Portugal adolece de un problema de endeudamiento excesivo del sector privado; Irlanda, de un sobreendeudamiento del sector bancario; Grecia, de un exceso de deuda pública. España sufre una combinación de los tres. Ignis no cree que España vaya a declararse en bancarrota – como Grecia parece estar todavía en riesgo de declararse, aunque ese riesgo disminuya a corto plazo – por una clara razón: España es demasiado grande para quebrar. El principal problema para Ignis – y yo he manifestado la misma opinión repetidas veces – es el endeudamiento bancario. Si el Estado quebrara, sería por garantizar la deuda bancaria, que tiene empeñados sus recursos en préstamos al sector privado, una parte de ellos muy difícil de recuperar. Pero el Estado no quebrará porque la quiebra simultánea del sector público y del sector bancario arrastraría la quiebra de media Europa, si no de Europa entera. Por tanto, Europa, que se desvive por sostener a Grecia, un país mucho menos importante, será capaz de cualquier sacrificio con tal de sostener a España. No hay cuidado por ese lado.

Ahora bien, para poner término a esa situación es necesaria una recapitalización del sector bancario que Ignis estima en alguna cifra entre 100.000 y 150.000 millones de euros. España no será capaz de recaudar un volumen así de recursos en el plazo que puede ser necesario disponer de ellos. Hará falta un rescate financiero, del que se harán cargo la UE y el FMI, como en los demás rescates. España podrá devolverlo – suponiendo un tipo de interés del 4% – a razón de pagos anuales de unos 13.000 millones de euros cada año durante un periodo de diez, si el rescate se queda en el límite inferior, o quince años, si se eleva al superior. Esto supone que España tendrá que destinar más del 1% de su PIB a recapitalizar la banca, con fondos que adelantarán la UE y el FMI, y que devolveremos durante diez ó quince años, antes de que se pueda decir que nuestro sistema financiero está saneado. Después, quizá pueda la economía española reanudar su senda de crecimiento sostenido.

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