jueves, 30 de septiembre de 2010

Irlanda, en el ojo del huracán

El plan del gobierno irlandés, para reflotar el Anglo Irish Bank (AIB), es sencillo. Ya que éste tuvo que ser nacionalizado en enero de 2009 por la ingente cantidad de préstamos hipotecarios fallidos, de lo que ahora se trataría es de segregar el banco en dos. Un banco estrictamente de depósitos, garantizados al 100 por 100 por el gobierno, que funcionaría con toda normalidad y emitiría acciones hasta su completa reprivatización, y un banco de activos dañados, o banco malo, que se quedaría con todas las hipotecas que han devenido incobrables y que, dueño de los inmuebles hipotecados, iría vendiéndolos gradualmente hasta su completa liquidación, tras lo que la propia entidad cerraría. El problema radica en que, al separar los activos dañados del balance del bando de depósitos, se requiere una recapitalización contra la que sanear el agujero patrimonial. El importe de ésta ha sido estimado por el gobierno en 29.000 millones de euros. La deuda actual de Irlanda se acerca a los 89.000 millones de euros; estamos hablando de un incremento repentino de un tercio. Si todo el coste de la recapitalización de AIB recayera sobre el erario público, con esas estamaciones el déficit público de Irlanda en 2011 se aproximaría al 20 por ciento del PIB, cota considerada como inasumible por todos los observadores, ya que se incumpliría – con total seguridad – el compromiso de retornar al 3 por ciento para 2014.

Desde la City londinense – que probablemente representa el interés de los tenedores de deuda soberana de Irlanda más que el de los tenedores de deuda del Anglo Irish – se viene afirmando (vía Financial Times) que la ecuación sólo tiene solución si el sector privado es obligado a compartir el coste de la operación de reflotar el banco de depósitos “bueno”. La tesis británica es que los compradores de bonos de bancos irlandeses actuaron temerariamente en los años anteriores a la crisis al adquirir deuda de entidades excesivamente involucradas en una burbuja inmobiliaria que todo el mundo sabía que tenía que estallar. Su codicia especuladora debería ser castigada ahora, en justa compensación por los elevados réditos obtenidos durante las vacas gordas.

El gobierno irlandés ha sido en parte sensible al argumento, y se propone seguirlo en el caso de la deuda subordinada de AIB. Dentro del paquete de medidas que anunciará hoy, ofrecerá 500 millones de euros por un nominal de 2.400 millones de deuda subordinada, con un descuento ligeramente inferior al 80 por ciento con que está cotizando esa deuda en el mercado. Así, Irlanda se ahorrará casi 2.000 millones sobre los 29.000 necesarios. Pero aún es poco.

El problema más serio surge con la deuda preferente de AIB. Legalmente, esta deuda tiene un status únicamente inferior a los propios depósitos, en caso de liquidación del banco; pero la garantía extendida sobre los depósitos en 2008 – y que expiró ayer – no alcanza a la deuda preferente. Londres aconseja efectuar en ésta una quita comparable a la de la deuda subordinada. De acuerdo con esta tesis, la agencia calificadora Moody’s rebajó el lunes la calificación de la deuda preferente de AIB la friolera de seis escalones, dejándola tan sólo un escalón por encima de los bonos basura. Esto desató el nerviosismo del mercado. El gobierno irlandés, en una acalorada reunión la noche del lunes, decidió que no garantizar en su integridad la deuda preferente del Anglo Irish comprometería el crédito futuro de la banca irlandesa en su conjunto. (Aunque también podría ocurrir que estime que el grueso de la deuda preferente de AIB está en manos de inversores irlandeses, y trata desesperadamente de evitar al país la pérdida de riqueza que la quita propuesta por FT supondría). Así que decidió renovar la garantía de los depósitos y extenderla a los bonos preferentes de la banca, a partir de hoy. Eso equivale a cargar sobre la deuda soberana el coste de reflotación de AIB, casi íntegro.

El martes, otra de las agencias de calificación de riesgos, Standard and Poor’s (S&P), venía a echar más leña al fuego de la inquietud de los inversores, al afirmar que la estimación gubernamental del coste de reflotación de AIB se queda muy corta, y la cifraba en una horquilla entre 34.000 y 46.000 millones, probablemente más cerca de la última cifra; en este caso, el déficit público se aproximaría al 30 por ciento del PIB. Las ventas de bonos irlandeses, tanto de emisión pública como privada, se desataron.

La nota de S&P, que antecede a una más que probable rebaja en la calificación de los riesgos de la deuda soberana de Irlanda, vendría a indicar que el gobierno irlandés ha tomado la decisión equivocada. Aunque también podría ser que el gobierno irlandés se hubiera metido en ese berenjenal porque tiene ya comprometido créditos stand by de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. Si es así, lo que sigue será una opereta para convencernos de que Irlanda no ha entrado en suspensión de pagos, cuando técnicamente ya lo está.

Todo esto, en un país que tiene la segunda renta per cápita de la Unión Europea, en paridad de poder adquisitivo, y la undécima del mundo (un 30 por ciento superior a la de España); que ocupa la quinta plaza en el ranking planetario de desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, y cuya economía es considerada por todos modelo de competitividad.

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lunes, 27 de septiembre de 2010

Lo que está en juego

Los grandes fondos de inversión (hedge funds) de Wall Street están tomando posiciones contra la deuda soberana de Irlanda (fuente). Moody's acaba de rebajar la calificación de la deuda del principal banco irlandés(fuente): véase más abajo. Todo eso augura una semana difícil para el gobierno de ese país, para el euro y también para España. La seguiremos de cerca, lo prometo. Ahora, lo que interesa poner de manifiesto es la importancia del caso.

Tras su ingreso en la Comunidad Europea (en 1973), Irlanda se fue desenvolviendo con una eficiencia digna de todo elogio académico. Sobre todo en los noventa, adelgazó su sector público y empleó las importantes sumas de fondos estructurales que recibió, no en mejorar sus infraestructuras, como hizo España (cualquiera que viaje a Irlanda echa pestes de sus carreteras, por ejemplo), sino en incorporarse a la “sociedad de la información”. Irlanda pasó de ser un país agrícola a ser uno computerizado - que Cervantes, que en gloria esté, me perdone el palabro – y hoy la juventud de ese país pasa por ser una de las mejor formadas del mundo. De resultas de ello, la renta per cápita de Irlanda antes de la crisis tomó la delantera a la del resto de la Unión Europea, con la sola excepción de Luxemburgo. Importantes empresas de tecnología de punta, como Google y Dell, eligieron Dublín como cuartel general de sus actividades en Europa.

El comienzo de la crisis cogió a Irlanda navegando a velocidad de crucero, pero con un pequeño problema. Gracias a la afluencia de dinero traído por las exportaciones, el sector inmobiliario registró una burbuja, que venía acompañada de las inevitables hipotecas de las familias. Cuando el crédito se secó, en el otoño de 2008, las empresas irlandesas sufrieron la caída de la demanda, como todas, y sus trabajadores empezaron a engrosar el paro. El pago de hipotecas se resintió y, en enero de 2009, el gobierno nacionalizó el mayor de los bancos irlandeses, el Anglo-Irish Bank. Sumando los estímulos fiscales y la factura de la nacionalización del Anglo-Irish, el déficit público ascendió al 18 por ciento del PIB en 2009. A lo largo de ese año, mientras los demás gobiernos continuaban con los estímulos fiscales, el gobierno irlandés empezó a reducir sus gastos, para estabilizar el déficit en el 3 por ciento para 2014. Las cosas parecieron ir bien durante unos meses. Tras una fuerte recesión en 2008 y 2009, el PIB de Irlanda creció el 2,2 por ciento en el primer trimestre de 2010. ¡Eureka! El llamado “tigre celta” – por analogía con los “tigres del sudeste asiático” (Corea, Taiwan, Hong Kong y Singapur) – mostraba el camino a toda Europa. Estabilizar las finanzas y reformas estructurales para modernizar la economía, a la manera de Irlanda: ése era el camino. En esa euforia, nos entretallaron a todos antes del verano.

Pero, ay, las cosas se tuercen ahora. En el segundo trimestre de 2010, el PIB irlandés ha disminuido un 1,2 por ciento, lo que amenaza una recaída en la recesión. Los mercados se están poniendo nerviosos y castigan la deuda soberana de ese país. El temor implícito es que la retirada de los estímulos fiscales, ya hace un año, haya sido prematura, y que el crecimiento se retrase, con lo que los impuestos crecerían menos de los esperado y el gobierno tendría verdaderas dificultades para devolver la deuda (con unos intereses que, para colmo, son cada vez mayores). Todo esto es la más de natural para quienes hayan leído este blog desde sus inicios. Pero no para los gobiernos europeos y los organismos internacionales. ¿Por qué? Porque todavía no les entra en la cabeza cómo puede ocurrir que Irlanda necesite un rescate financiero comparable al de Grecia. Después de todo, los griegos fueron unos tramposos – eso se nos dijo a todos – que gastaron a manos llenas para pagar la Olimpiada de Atenas y falsearon las cuentas para engañarnos a todos. Era lógico que los mercados les castigaran y que ahora tengan que trabajar como esclavos durante una generación para pagar sus errores. ¿Pero Irlanda? Irlanda es la niña bonita del Fondo Monetario Internacional, la OCDE y toda la ortodoxia académica que sigue dominando la opinión mundial. En el estudio de que tanto se ha hablado sobre facilidades para hacer negocios, publicado por la OCDE y en el que España ocupa un deshonroso puesto número 62, Irlanda está nada menos que en el séptimo del mundo, con indicadores parciales como: protección de los inversores, el 5º puesto (España, el 93º); pago de impuestos, el sexto (España, el 78º); y así, en todo. Y resulta que Irlanda, que tiene uno de los mercados de trabajo más flexibles de Europa, está en una situación financiera incluso más desesperada que Portugal y España, supuestamente con los más rígidos. Pero ¿qué está pasando?

Enseguida han salido los funcionarios del FMI ha pronosticar que no habrá reapertura de la crisis de la deuda europea como consecuencia de este problema puntual (no tan puntual: a mediados de agosto, ya tuvo que salir el Banco Central Europeo a apoyar el bono irlandés con compras en el mercado abierto). Se lo juegan todo en esta coyuntura. El fracaso de la vía irlandesa sellaría la bancarrota intelectual de quienes han querido encontrar en las reformas estructurales una salida a la crisis.

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jueves, 23 de septiembre de 2010

Por qué iré a la huelga general

El gobierno se equivoca. Zapatero confunde confianza - palabra que está de continuo en sus labios últimamente – con fe. Lo que él espera es que todos tengamos fe en que está haciendo lo correcto y que la economía española se recuperará gracias a eso; bueno no, en que se está recuperando ya, aunque no se note mucho. Así a lo mejor funciona la política, pero no la economía. Cuando unos indicadores dicen una cosa y otros dicen otra, todavía se está en el fondo del agujero, por mucho que uno se empeñe en subrayar lo que favorece su tesis y menospreciar lo que la contradice. Ayer, por ejemplo, el Wall Street Journal publicó una entrevista con el presidente, en la que él sostuvo la tesis de que la crisis de la deuda europea estaba cerrada. Inmediatamente, la edición online del periódico abrió una encuesta entre los lectores de la noticia. 24 horas después, el presidente había convencido al 15 por ciento; el 85 por ciento restante opinaba lo contrario. Había dejado de convencer a la gran mayoría, no ya de los ciudadanos, sino de las gentes que leen un periódico que orienta a los inversores de todo el mundo sobre si deben poner su dinero en deuda española o sacarlo de ella (provocando quizá un pánico de los que el presidente, delante de los mayores inversores, atribuyó con más osadía que prudencia a los “especuladores”).

Un simple repaso a la prensa internacional muestra que los inversores tienen razón y el presidente se equivoca. La deuda soberana de Irlanda se encuentra sometida, en estos precisos momentos, a un “ataque especulativo” de proporciones superiores al que sufrió la española la primavera pasada. Ahora mismo, el diferencial con el bono alemán supera los 400 puntos básicos (el de España se quedó en 200). Los inversores están vendiendo deuda irlandesa antes de que venzan, el próximo 29 de septiembre – sí, el mismo día de la huelga general en España – las garantías colectivas adquiridas por los bancos irlandeses hace un año, y que nadie quiere renovar ahora, con esos mismos bancos atrapados en la trampa hipotecaria de una burbuja inmobiliaria a punto de estallar. Prevalece el convencimiento de que el gobierno tendrá que rescatar a los bancos irlandeses, pero ¿quién rescatará al gobierno irlandés? Hay pocas dudas de que tendrán que ser la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, mediante un esquema financiero como el que rescató a Grecia hace unos meses.

Y no se piense que Irlanda no ha hecho sus deberes. Desde el comienzo de la crisis, el gobierno ha ajustado severamente sus gastos (incluidas reducciones de sueldo de los empleados públicos superiores a las de aquí). Este verano visité el país. Coincidió con la publicación de las “pruebas de esfuerzo” (en inglés, stress tests) de la banca europea. Aunque los resultados de la banca irlandesa fueron razonablemente buenos, ellos no se hicieron las ilusiones que aquí nos hemos hecho nosotros. Me sorprendió leer en los titulares de un diario local de Limerick que el gobierno estudiaba la privatización de todo lo privatizable (incluidos puertos, aeropuertos, transportes urbanos y televisión pública) en previsión de que ocurriera lo que está ocurriendo, semanas después. No ha sido suficiente.

En cualquier caso, Zapatero no puede decir que la crisis de la deuda europea está cerrada, sin demostrar estar poco al tanto de la situación. Si Irlanda no provoca el alboroto que provocó Grecia a principios de año es porque Alemania – deseosa de disciplinarnos a todos – aireó entonces el asunto, cosa que no le interesa ahora, porque empieza a ser peligroso de verdad. Los mercados, aunque nerviosos, tampoco alcanzan las cotas de histerismo que mostraron cuando España estuvo en la picota, sobre todo porque el volumen de la deuda irlandesa, en términos absolutos, no puede compararse con el de la española. El cierre de la crisis irlandesa comprometerá inesperadas ayudas de España, complicando nuestra situación un poco más.

Pero es que después de Irlanda, Portugal ya está en puertas, para ser objeto del siguiente escrutinio de los mercados. Y, ora las cosas cambiaban a muy bien para el gobierno, lo que – para decirlo de un modo suave – es cada vez más improbable, ora detrás de Portugal volverá a tocarle nuevamente a España. No es que los “especuladores” nos tengan manía; es que, tras Irlanda y Portugal, España es el eslabón más débil de la cadena del euro. Que no quepa la menor duda: el fin último de la “especulación” internacional es hacer saltar uno por uno los eslabones de la eurozona, toda ella cada vez más débil con cada crisis particular, hasta llegar al corazón mismo del Eurosistema y obligar a Alemania a romper con la moneda común para retornar al marco. ¿Y esto es así porque los “especuladores” odian al euro? No, es así porque los mercados tienen la profundísima, irremediable sospecha de que Europa se equivocó cuando adoptó políticas de estabilización a destiempo, cuando dio por hecha la reactivación cuando todavía había que continuar fomentándola con políticas anticíclicas.

Ahora nada de eso tiene remedio, como digo. Ahora hay que prepararse a conciencia para lo que ha de venir. Necesitamos una sociedad civil que reúna todas las fuerzas de que pueda disponer para hacer frente a los tiempos de tribulación que se avecinan. A pesar de sus buenas intenciones, el gobierno ha adolecido de una falta de horizontes y exceso de improvisación, que se ha acentuado, si cabe, en los últimos meses. La oposición está aún más falta de ideas que el gobierno, pero ni siquiera le importa porque cree que le basta con esperar para llegar al poder sin esforzarse; diríase que sigue de vacaciones, o tal vez que está en desempleo. La patronal, manteniendo al frente de su representación al empresario más fracasado de España, dice a las claras quiénes son y a qué aspiran. En esta situación, que empieza a adquirir visos de emergencia nacional, únicamente los sindicatos, atreviéndose a alzar la voz en un mentidero de rumores, maledicencias y malas voluntades; únicamente los sindicatos, repito, demuestran aún tener la vitalidad y el nervio que el país necesita.

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lunes, 20 de septiembre de 2010

Basilea III

Aunque algunos detalles están aún por precisar en la reunión del G-20 en Seúl el próximo mes de noviembre, ya sabemos del acuerdo entre bancos centrales Basilea III lo suficiente como para prever que resultará tan problemático como su antecesor, Basilea II, que entró en vigor a las puertas mismas de la crisis. En definitiva, se reduce a un aumento de los coeficientes de garantía de la banca. El capital básico o recursos propios de la entidad (capital más reservas) aumenta del 2 al 4,5 por ciento; el llamado tier 1, que incluye las participaciones preferentes (como las cuotas participativas de las cajas de ahorros en España) hará aumentar esas garantías hasta el 6 por ciento, y todavía un tier 2, que incorpora garantías adicionales, lo hará hasta el 7 por ciento. Y todo ello tendrá que ocurrir entre el 1 de enero de 2013 y el 31 de diciembre de 2018.

A pesar de lo impresionante que suena, todo eso se reduce a dos cosas. La primera, evitar situaciones en las que la banca caiga rápidamente en insolvencia, como ocurrió en septiembre de 2008, evitando al estado tener que hacerse cargo de bancos hundidos por una crisis imprevista. La segunda, sujetar el crédito al sector privado, de modo que no se expanda de la forma desbocada en que lo hizo en los años anteriores a la crisis. Aunque los medios insisten en lo primero, es casi más importante lo segundo. Parece que por fin las autoridades económicas de todo el mundo están sacando las lecciones apropiadas de la debacle en que estamos. Fue la política de dinero fácil y barato, a lo Alan Greenspan, lo que nos condujo al desastre.

Pero no hay que hacerse ilusiones. Bajos coeficientes de solvencia favorecen el dinero fácil y barato, pero no son la causa determinante. La facilidad de los bancos de conceder crédito y luego sacar de balance los activos resultantes, “empaquetándolos” en vehículos de inversión estructurada (los famosos CDOs cargados de hipotecas de alto riesgo) fue tan importante o más. Y no parece que Basilea III se haya atrevido a meterle mano a esto. Lo único que hace es decir: si os metéis en esa clase de fregados, pagadlos con vuestro propio dinero; no vengáis a pedir el dinero de los contribuyentes.

¿Aprenderán los bancos la lección? De momento, lo que sabemos es que Basilea III apuesta por una recuperación que ya estará en marcha, en general para todo el mundo, hacia 2013. Si se retrasa un poco, resultará que las nuevas reglas, poniendo una brida a los bancos, dificultarán que éstos ayuden a la misma concediendo abundante crédito al sector privado. ¿Y no se podía haber esperado un poco, digamos, a que la reactivación general fuera un hecho incuestionable? No, porque a la vez era necesario infundir confianza a los mercados acerca de que no va a hacer falta que los gobiernos se enfanguen en nuevos rescates bancarios, en una perspectiva a medio plazo, porque vamos a tener bancos mucho más sólidos. Más sólidos sí, pero también menos ágiles, menos proclives a financiar proyectos, empresariales o familiares, que no ofrezcan, a su vez, el máximo de garantías. Y todo ello en medio de una crisis de morosidad que no hace más que subir de intensidad, peldaño a peldaño.

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jueves, 9 de septiembre de 2010

El día después

Aprobada la reforma laboral por el parlamento, ha empezado la cuenta atrás para el 29 de septiembre. La reforma laboral es un teórico compromiso entre lo que estaban exigiendo la patronal, los defensores del contrato único de trabajo y los organismos internacionales, de un lado, y lo que deseaban los sindicatos, del otro. Como de costumbre en este gobierno, se queda a medio camino en todas direcciones. (Hay quien defiende esa cualidad como una virtud política, y puede que lo sea: no entiendo de política, soy economista). Los sindicatos, en algo, tienen más razón que un santo. La reforma laboral ni creará empleo, ni fomenta la conversión de empleo precario en indefinido. En una proporción creciente, los contratos son a plazo de meses o incluso de días. Lo que se ha impuesto es una especie de just in time laboral, según el cual el empresario contrata al trabajador estrictamente mientras lo necesita, y luego cada cual por su camino. Y la gran masa de los trabajadores que rotan entre el empleo más precario y el paro ha terminado por aceptar resignadamente este mercado de trabajo. No sirve darle tiempo para resultar eficaz: la reforma va por un lado y la economía por otro.

Supongamos, así pues, que la huelga general alcanza un éxito moderado. ¿Qué ganan los sindicatos? Sentarse de nuevo a la mesa a negociar con el gobierno. ¿Negociar, qué? En esto, los sindicatos se muestran firmes: que el gobierno dé marcha atrás en la reforma y en las medidas de ajuste. Y aquí es donde su planteamiento falla. ¿Dar marcha atrás a dos medidas aprobadas por el parlamento? ¿Con qué votos?¿Y qué clase de gobierno tendría el país después de eso? ¿Un gobierno que se ha mantenido casi dos años en una izquierda bastante aceptable, que luego se va a la derecha – como quien dice abducido por los mercados – cuando la política anterior ya es insostenible, para terminar regresando al comienzo, sin haber resuelto la viabilidad de una política de izquierdas en medio de la crisis? Con razón, Rajoy y los suyos se frotan las manos.

Lo más importante, con todo, es que dar marcha atrás a la reforma laboral tampoco ayuda en lo más mínimo a resolver los problemas del just in time laboral. Estancarse en el debate sobre los 45 ó 33 días, incluso en las mayores facilidades para el despido objetivo, es persistir en representar los intereses de los empleos fijos dejando de lado, como desde que empezó la crisis, los de la gran masa de empleos precarios, de donde saca algo que comer una gran parte de los parados. No digo que los sindicatos deban de abandonar a los trabajadores con puesto fijo de trabajo; digo que centrarse en eso aísla a los bastiones del movimiento obrero y a los sindicatos del resto de la sociedad. Y creo que, más importante que dar marcha atrás en la reforma llevada a cabo hasta la fecha, es profundizar la reforma para terminar de una vez para siempre con la clase salvaje de just in time laboral que está destrozando la cohesión económica y social de este país. Y es que, sin esa reforma, tampoco hay nuevo modelo productivo que valga.

Nota: Esta entrada sustituye a la anterior publicada hoy, que había quedado desfasada con los acontecimientos del día.

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lunes, 6 de septiembre de 2010

No hay bien que por mal no venga

Eta acaba de anunciar un alto el fuego unilateral, incondicional e indefinido. Las fuerzas políticas lo valoran con escepticismo. Escucho al ministro Rubalcaba en TV, muy correcto: Eta, debilitada por los golpes policiales, ofrece el alto el fuego para reorganizarse; lo que hay que decirle a Eta es que deje de una vez por todas de matar, y a Batasuna, si no convence a Eta de que deje las armas para siempre, que rompa con Eta. Muy correcto, ya digo. Pero la economía tiene algo que decir en todo esto.

El purgatorio económico es un castigo divino para todos los bolsillos, incluyendo los de los terroristas. Siempre ha sido la extorsión a los empresarios vascos – el llamado impuesto revolucionario – una fuente primordial de ingresos para la banda; pero en los últimos años, con el descenso de su capacidad operativa para perpetrar atracos, aún más. Si la crisis vacía el bolsillo de los extorsionados, llegará menos dinero a los extorsionadores; incluso aunque el bolsillo permanezca incólume, ¿cómo sabrá el extorsionador que las protestas del extorsionado, de no poder pagar con los tiempos que corren, son ciertas o no? Desconozco, naturalmente, las cuentas de Eta, pero diría sin temor a equivocarme que sus finanzas andan más que apuradas desde hace un par de años.

Probablemente, esta situación influye decisivamente en el mayor acoso policial a que se está viendo sometida. Para escapar a la persecución mancomunada de las policías de dos estados – ahora tres, con Portugal – hace falta dinero, para alquilar pisos, comprar coches (cuando todos son robados, la policía lo tiene más fácil), pagar billetes de avión, alojarse en hoteles si hace falta, adquirir documentación falsa, y un largo etcétera. No hablo ya de la compra de armas y explosivos; me refiero, exclusivamente, a la tarea de burlar el cerco policial. Si el dogal se aprieta cuando falta dinero, las caídas se producen en masa, como estamos viendo.

Según esto, el alto el fuego es una medida con apariencia de desesperada. Eta abandona temporalmente las armas, sin plazos y sin condiciones, porque no puede más, ahogada por la falta de recursos. No da su brazo a torcer. Sencillamente, para todo, congela sus actividades – lo que le ayudará a esquivar los golpes policiales –, mantiene intactas sus estructuras y espera la llegada de tiempos mejores. Y le arroja un hueso a la izquierda abertxale, que estaba esperando un gesto de ella que ofrecer al estado para, una vez suavizada la Ley de Partidos, poder participar en las próximas elecciones municipales. Partiendo de la base de que el estado considera y considerará insuficiente el gesto, para cuando la izquierda abertxale se haya hundido en la frustración, la primavera que viene, Eta (que, hipotéticamente, habrá despistado a los sabuesos) volvería a levantar cabeza.

Me parece que Eta le hace demasiado caso a las previsiones económicas del gobierno. La primavera que viene, la economía estará poco más o menos como ahora, si no peor. La izquierda abertxale se hundirá en la frustración, pero Eta no podrá salir aún de su letargo. Ese mundo se descompondrá políticamente, poco a poco, y se repartirá entre Aralar, Eusko Alkartasuna y Ezker Batua; después de todo, habiendo estas opciones, ¿qué papel le puede corresponder aún a una Batasuna que haya roto con Eta? Batasuna existe como la opción política de Eta. Como otra cosa, no tiene ningún sentido. Pero si Batasuna se descompone, ¿sobre qué base social podrá volver a recomponerse el terrorismo etarra?

Saco dos conclusiones. La primera, que este alto el fuego, que ha empezado de manera tan poco espectacular, puede ser definitivo. La segunda que, mírese por donde, lo que no han podido lograr ni las fuerzas de seguridad ni las urnas, puede estar a punto de lograrlo la economía: el fin de Eta. Bueno, tampoco es eso. Las urnas, la policía, los tribunales y la colaboración ciudadana han puesto los medios, pero la economía ha puesto las condiciones más propicias que ha habido en treinta años.

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viernes, 3 de septiembre de 2010

Presupuestos

Regreso a las tareas del blog, tras el paréntesis veraniego, mucho más relajado. La economía española no tiene arreglo. Tendremos que esperar a que el coche eléctrico nos saque de la crisis y que chinos y japoneses inunden nuestra economía de inversión extranjera. (¿Es eso el cambio de modelo productivo?)

Escucho a Zapatero decir esta semana en Shangai que la aprobación de los presupuestos generales del Estado para 2011 es muy conveniente. ¿Quiere decir que no es estrictamente imprescindible, o sea, que tener que prorrogar los de 2010 no sería un absoluto desastre? Pues no tengo más remedio que disentir. España tiene asumido un compromiso de reducción de gasto que no puede dejar de plasmarse en unos nuevos presupuestos. El fracaso del gobierno en este ámbito volvería a desatar la desconfianza de los mercados en la economía española. Emprenderíamos, de nuevo, la senda de las tribulaciones de esta primavera pasada, con las consiguientes especulaciones contra la deuda española y contra el euro. El resto de la Unión Europea no nos lo iba a dejar pasar. Angela Merkel, en particular, que no debe haber olvidado la afrenta de que Zapatero interviniera en sus últimas elecciones generales a favor de los adversarios políticos de aquélla, no dejaría de aprovechar la ocasión para forzar el adelantamiento de las españolas (lo que beneficia al PP) obligando a España a aceptar el rescate de su deuda externa.

Es más, me temo que, incluso con pacto PSOE-PNV, ése va a ser el tema fundamental de la política española durante los próximos meses: Alemania insistiendo, y España rechazando, que la economía española necesite un rescate inmediato, lo que comportaría ajustes más duros que los ya aprobados, esta vez forzados desde el exterior, de verdad, y la pérdida temporal de soberanía nacional con el sometimiento de nuestra política económica a una supervisión mucho más estrecha por parte del Fondo Monetario Internacional. Vamos, una delicia.

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